Capítulo 13

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Tengo los ojos protegidos y en la cara de Guillermo se dibuja casi una sonrisa de orgullo cuando acomoda sus orejeras en mí, no tapándolas por completo para que oiga porque lo que estoy a punto de hacer es algo que él ha llamado tiro en seco, que lo único que entiendo es que todavía no voy a disparar de verdad.

Sus cejas rectas son más bonitas que las mías, que no son abundantes, lo mismo que mis pestañas e incluso todavía me siento rara cuando al andar por Applewhite no llevo ni una gota de rímel.

Luego se quita la texana que deja caer en el suelo y me rodea. Siento su presencia detrás así que me volteo un poco y también logro ver más allá a Beto y Santiago que están bajo la patética sombra de un árbol solitario. Santiago tiene una sonrisa socarrona en su rostro y ya estoy segura lo que debe estar pensando.

—Acuérdate de lo que te dije, las piernas un poco separadas —alzó los brazos apuntando a una silueta con la que se ha hecho de alguna manera, creo que se la ha pedido a Radcliffe.

Luego él rodea mis manos con las suyas para reacomodar la posición de mis dedos.

—Los pulgares así, no queremos que te lastimes —puedo sentir el aire de sus palabras muy cerca de mi oreja—. Estás helada de las manos.

—Claro, estoy nerviosa.

—Respira, no está mal siempre hacer de cuenta que llevas una pistola cargada, pero respira, no lo aguantes, solo contrólala. Como eres diestra, tu izquierda va a hacer el apoyo ¿sí?

Si tal vez no estuviera tan cerca de mí eso ayudaría. Nunca lo había oído hablar así. No es el chico que estaba tímido cuando le ayudé con su virginidad, ahora parece estar en su ambiente sabiendo algo que yo no sé.

—Ojo en la mira. Ok —él se separa de mí—. Hazlo.

Aprieto el gatillo sin que salga ninguna bala despedida y supongo que estoy tomando técnica porque la pistola no me ha retachado en la cara o alguna cosa así. Estamos así otros 15 minutos porque Beto ya está impaciente por probarlo él también. Así que cambiamos de turno y me voy a la sombra a sentarme junto a Santiago que se está fumando un cigarro y tiene las cejas alzadas.

—¿Qué?

—Nada, nada. Es bueno ver que se han hecho amigos.

Es domingo o al menos nos lo han recordado al despertar. Y tanto la señora Applewhite como Radcliffe han considerado de suma importancia la estabilidad emocional de los refugiados que seguimos vivos. Se han organizado misas, por llamarlo de alguna forma, en uno de los salones del hotel y Guillermo ha acudido a la de las 8 de la mañana que ha correspondido a la católica, donde han traído a un padre de El Paso porque transportar a una persona, es más fácil que transportar a varias.

No es que se trate de un día de descanso, porque los muertos por la epidemia van en aumento, pero junto con Scott tenemos la teoría de que sí pasas 3 días en Applewhite sin morir, es posible que no mueras. Es una teoría muy tonta porque Applewhite no ha cumplido ni una semana de funcionamiento, pero de alguna manera también es reconfortante porque hoy en la noche nosotros cumpliremos 3 días de haber llegado.

Ayer estuve lavando cazuelas y al estar de pie de todas maneras me dolió la espalda. Además también estuve en las fabulosas bicicletas que de fabulosas no tienen nada porque a los 20 minutos de montarme en una de ellas, ya estuve sudando como cerdo, aunque los cerdos no suden me encanta como suena esa expresión.

De verdad que Applewhite va a lograr el cuerpo de súper modelo que tanto desee en la preparatoria pero que tampoco me esforcé nunca por obtener. Nunca he sido gorda, bueno, tal vez al inicio de la secundaria tuve algunos kilos de más que desaparecieron pronto cuando di mi último estirón, pero tampoco soy delgada, estoy como en la mitad alta del peso indicado para mi estatura que tampoco es la gran cosa, en especial si alguna de las escasas chicas texanas se colocara a mi lado.

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