En Applewhite todo mundo está inquieto.
Algunas personas se han ido y la verdad es que varias de ellas han presentado buenas razones. Unas creen que los lugares planos nos hacen estar más expuestos a los rusos, porque sí creen que son los rusos quienes han enviado las bolas, así que se irán al norte a buscar más zonas boscosas. Otras creen que estar más o menos cerca de Fort Hood tampoco es buena idea, porque es de conocimiento de los rusos y de todo mundo, que Fort Hood es la base militar más grande.
La mayoría de las personas que nos hemos quedado no tenemos otro lugar a donde ir, ni familia, y de hecho, creo que son los que cada vez se convencen más de que esas bolas no eran humanas.
Ahora todos cargamos máscaras en nuestras actividades cotidianas. Las personas me han hecho muchas preguntas al enterarse que estuve ahí, pero la señora Adelaida se ha encargado varias veces de contestar por mí porque me siento cansada de repetir la historia. Y no solo eso.
No he dejado de pensar en mi mamá y de mirar al cielo como si esperara que su cara en una nube o en el azul fuera una señal. Incluso me he atrevido a pedir en mi mente que si Dios existe, me envíe una señal para saber si ella está viva o muerta, pero la señal nunca ha llegado.
En la mañana me aislaron en Fort Bliss para analizar mi sangre y todo en mí. Pero parezco muy normal, al igual que Santiago. Al único que seguirán teniendo retenido es a Beto, pero por sus ataques de pánico.
Después de cumplir mis obligaciones de ese día, Santiago le ha pedido permiso al General para llevarme a una clase de lugar de entrenamiento. He disparado por primera vez y no ha salido tan mal. Lo he hecho otras 10 veces y el sonido de las armas ya no hace que brinque.
Santiago me dijo que podía quedarme esta noche con él pero me he negado. Creo que tiene la duda acerca de si estoy enojada, pero la verdad es que no. Es la persona más familiar que tengo ahora, no podría ser tan tonta para enojarme con él solo por no haberme contado luego lo de mi mamá, es mi mejor amigo.
En realidad, la razón por la que no quiero quedarme con él es porque espero que Guillermo llegue esa noche. Quiero verlo sano y salvo. Aunque me quedo dormida antes de que eso suceda.
Es de madrugada cuando lo oigo entrar y tanteo entre la oscuridad para prender la luz.
—Oh, no quería despertarte.
—¿Cómo fue todo? —pregunto enseguida.
—¿Dónde está Beto?
—Está bien pero es un poco larga la historia. ¿Qué pasó con el asunto de esas bolas y el gas amarillo?
—También es una larga historia —aprieta los labios y se quita la chaqueta para luego mover su cuello de un lado a otro.
—¿Estás cansado?
—Manejé todo el camino de vuelta. Vivien necesitaba descansar.
—Nunca me ha gustado que la gente maneje de noche.
—Queríamos volver pronto.
—¿Pero son noticias buenas?
—Ammm...
—Puedes decírmelo —había estado apoyada en mis antebrazos, pero entonces me reincorporo más para quedar sentada en la cama.
—Tengo una noticia buena.
Guillermo tiene una hermosa sonrisa en su rostro y se acerca a la cama y se sienta a mis pies, su sonrisa no desaparece.
—Vivien ha logrado saberlo.
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Propagación
Science FictionHace exactamente 20 días que dos meteoritos colisionaron casi a la misma hora pero en dos hemisferios diferentes. El primero de ellos llegó a la Antártida. El segundo cayó en Siberia. ¿Hubo muertos? No ¿Un tsunami terrible nos ahogó a todos? Tampoco...