Capítulo 5-33

2.3K 293 23
                                    

Sé que antes que nada debería pedir disculpas. Sigo viva pero han pasado varias cosas que me había sido difícil escribir/editar/leer cualquier cosa. Gracias a quienes siguen leyendo.


Este capítulo también va dedicado a los "Santiago" que se fueron antes de lo que deberían.


Hay más orden y más rapidez que la última vez. Guillermo está muy desconcertado al momento que le ponen un arma en las manos, claro, él no ha practicado esto docena de veces.

Le digo que me siga y el corazón me palpita mucho.

―¿Qué hacen? ―se coloca a mi lado mientras caminamos entre los pasillos que me sé de memoria.

A nuestro lado pasa una chica media cachetona, es lo único que le queda de su antiguo yo, ella misma me lo contó, desde la epidemia bajó 15 kilogramos y es una suerte para todos nosotros que esté viva y que el perder peso tan rápido no le haya afectado. Tiene 25 años pero aparenta más juventud. Es morena y tiene una nariz bastante fea, pero eso no nos importa, supongo que todos estamos algo como enamorados de ella.

―Giselle Méndez ―le comunico a Guillermo señalando con la mirada a la chica que pasa rápido rodeada de varios militares.

―¿Quién?

―Ella se inventó el Manual Méndez, es una genia. Hace que todo esto funcione ―extiendo la mano sin detenernos―. Estudiaba su maestría en la UNAM* cuando todo comenzó, toda su familia en Guerrero está muerta, pero dice que la mitad ya lo estaba antes incluso de que comenzara el virus.

Guillermo gira la cabeza para echarle otro vistazo rápido antes de que nos alejemos más, luego vuelve a preguntarme.

―¿Qué hacen?

―Es obvio ¿no? Vamos a atacarlos ahora que los tenemos por acá, derribar el mayor número de naves posibles.

―Ellos no vienen a atacar, no ahora, no lo creo.

Me detengo y aunque nadie deja de moverse a nuestro alrededor miró sus bonitos ojos con calma.

―Si tienes algo que decir dilo ya.

―Su plan nunca ha sido matarnos con armas porque ya te lo dije, son muy pocos. Son lo que quedaron de la resistencia en su planeta.

―¿La resistencia? ―sacudo la cabeza, necesitamos más tiempo para que me explique todo―. Puede que no, pero están haciendo mini ataques fugaces que no nos dejan vivir en paz.

―Solo atacaran si son atacados primero.

―¿Estás seguro?

Aprieta un poco los labios y dirige su mirada hacia otro lado, pensando.

―Necesito verlas.

―Vamos, arriba.

Subimos las escaleras hacia la superficie como mucha gente debió hacerlo antes, cuando llevaban prisa para sus trabajos y escuelas o iban de vuelta a casa luego de un agotador día. Siempre los veríamos así, moviéndose con velocidad en la inmensa ciudad. Llegamos a ser 20 millones en la zona metropolitana, y tal vez solo Dios sabría cuantos más seríamos si no hubiese llegado el virus.

Dicen que el último conteo de las estaciones dio poco más de tres mil personas. Tres mil personas de 20 millones. Una maldita masacre. No todos murieron claro, algunos huyeron y otros más siguen por ahí escondidos.

PropagaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora