En mi mente la frase "par de imbéciles" se repite mil veces en pocos segundos mientras sus carcajadas se oyen por todo el auto militar.
Aprieto los dientes y mis ojos están fijos en Vivien Radcliffe que va de copiloto, muy cómoda que Guillermo maneje ya que él conoce mejor la ciudad.
De repente Walter se une a las risas, pero él lo hace de manera fingida y sube tanto la voz que silencia a los otros dos que poco a poco van dejando de reír. Walter logra su objetivo que es hacerlos callar.
―Lo siento ―se disculpa Guillermo pero por el tono de voz siento que todavía hay una sonrisa en su rostro―. Fue un chiste local.
―Para la siguiente vez recuerden que nosotros no nos la hemos pasado de lo lindo aquí ―escupe Walter y luego agrega entre dientes―, hemos limpiado la ciudad.
―Tampoco nosotros nos hemos divertido ―le contesta Guillermo y Walter no se molesta en volver a decir algo y probablemente ni siquiera en prestarle importancia.
Saca de su mochila una cantimplora sin que los dos de adelante se den cuenta porque ya se han puesto a platicar entre ellos, mezclando inglés y alemán. La cantimplora me la pasa. Ya sé que es alcohol y no dudo en darle un largo trago. Me parece que es ron y sí que lo necesito en este momento, ya me cansé de ese par de imbéciles que actúan como si estuvieran solos desde que iniciamos el recorrido. Se ríen entre ellos, intercambian frases en inglés sin sentido para mí, incluso he visto como Radcliffe suele hacer contacto físico cuando no es necesario, le roza la mano o la pone sobre su hombro.
Walter también se ha dado cuenta y más que enojarse por las razones por las que yo me enojo, es que a él no le gusta que la gente se ría como si nada pasara, al menos que se trate de nosotros bebiendo, y mucho menos que lo ignoren.
El día anterior fue muy extraño, después de salir de casa de Guillermo y dejar a los niños en la estación de infantes de Zapata, no lo volví a ver de nuevo. Estuvo con Scott, con Hilary, con un montón de personas menos conmigo. Y hoy por la mañana nos asignaron a los cuatro en la falsa idea de que como nos conocimos en Applewhite y sobrevivimos, podemos hacer un buen equipo.
Luego de un recorrido en el que Guillermo va haciendo pareja con Radcliffe y yo con Walter para informar de los pormenores de las actividades en las diversas estaciones, llegamos de vuelta hasta la estación de Hidalgo, la afortunada elegida por el coronel Thompson, esa estación que a mí nunca me gustó y que cada 28 se llenaba de amantes de San Juditas*, ¿dónde estaban todos esos ahora? Muertos y muertos seguramente.
Para ese momento ya estoy borracha de nuevo, me bajo del auto cayéndome sobre el pavimento y raspándome las rodillas. Walter se apresura a ayudarme porque ya nos darán una paliza si ven que anduvimos bebiendo en este día. Pero en cuanto me pongo de pie tengo justo frente a mí los ojos furiosos de Guillermo.
―¿Qué? ¡Auch!
Me está jalando del brazo y si bien estoy medio exagerando, el alcohol me afecta un poquito a la hora de demostrar lo que me duele.
―Oye, me estás lastimando, hey.
―Entren ―les dice tanto a Walter como a Radcliffe, aunque puedo notar que Walter quiere replicar porque no aceptaría que Guillermo que es más joven que él se atreva a usar ese tono mandón. Solo que como seguro piensa que es mejor por el momento salvarse un poco el pellejo, se aleja.
―¿Te ayudo? ―se ofrece Radcliffe y eso me desagrada más.
―No.
Eso me hace darme cuenta que él de verdad está enojado, ni siquiera ha podido suavizar el tono para contestarle a ella. Les damos la espalda y me sigue jalando hasta llegar a lo que antes fue una parada de autobús, o metrobús o yo que sé. Me hace sentarme con brusquedad y eso provoca que la cabeza me dé vueltas y que los edificios solitarios a nuestro alrededor se vean dobles o como si estuvieran cayendo y nunca lo terminaran de hacer.
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Propagación
Science FictionHace exactamente 20 días que dos meteoritos colisionaron casi a la misma hora pero en dos hemisferios diferentes. El primero de ellos llegó a la Antártida. El segundo cayó en Siberia. ¿Hubo muertos? No ¿Un tsunami terrible nos ahogó a todos? Tampoco...