Capítulo 27

2.3K 343 34
                                    

Después de una hora de andar me siento cansada así que emprendo el camino de vuelta a la habitación. Todavía no amanece y sin embargo estoy despierta. Todo ha sido por Guillermo, se ha levantado de manera tan brusca agitando todas las extremidades que casi ha caído de la cama de nuevo. Después de eso no he podido volver a dormir, pero al menos logré mediante caricias en su cabello que él sí lo hiciera de nuevo.

He encontrado alguna que otra cosa útil para meter a la mochila, pero tampoco quiero llenarme de cachivaches así que después de mi caminata por insomnio voy de vuelta a pasos medio lentos. Ya hay algo de movimiento en Applewhite, al menos de los civiles, porque la realidad es que los militares que quedan han estado haciendo quien sabe que durante toda la noche.

Casi voy llegando a la parte del motel, mitad intacta mitad maltrecha, cuando veo a Radcliffe salir de nuestro cuarto. Nada me hace ser más recelosa que verla dar un respingo al verme, lleva el cabello suelto y limpio y de hecho huele rico.

―Hola ­―saludo a duras penas―. ¿En cuánto tiempo partirán?

―Todos nos iremos en una hora.

Arrugo un poco el entrecejo porque está toda rara, como si por un instante se hubiese olvidado de la seguridad que tiene en sí misma.

―¿Ya ha despertado Guillermo?

―Sí. Quiero hablar contigo de algo ―poco a poco vuelve a recuperar su tono, siendo la Radcliffe más seria y segura que conozco―. Me ha dicho que te ha contado acerca del... alienígena.

―¿Al que mató?

―Él no mató a ninguno, solo lo tocó antes de muriera ―Radcliffe aparta la mirada un momento hacia un par de militares que le gritan algo a otro―. No sé lo digas a nadie.

―¿Se supone que es un secreto? Porque Scott y su hermano lo saben.

―Eso no, la otra parte ―como hago una mueca que da a entender que no comprendo, Radcliffe mueve la cabeza con impaciencia―. No le digas a nadie sobre las cosas que Billy sintió cuando tocó al alienígena, promételo.

Me quedo callada y observo de reojo hacia el cuarto, aquello no suena nada bien.

―¿Por qué? ¿Tú le crees?

―Por supuesto que le creo y no es buena idea que el Coronel o alguien más lo crea también, algunos no se tomaran a bien que Billy ―me da tiempo de hacer otra mueca al oír de nuevo la forma en que lo llama― pueda sentir que conoce cosas como si ese ente se lo hubiera transmitido.

―De todas maneras ya me voy hacia el sur así que eso no me interesa.

―Si lo quieres, no deberías decírselo a nadie.

Dicho eso se aleja un par de pasos antes de volverme a llamar por mi nombre por lo que me giro todavía confundida.

―¿Sabes conducir?

―Sí.

―El General dejó una camioneta, me parece que Walter tiene las llaves, se las pediré por si quieres llevártela.

Creo que sé que camioneta podría ser. Me duele tener que decirlo pero ahora que he tenido unas pocas horas de sueño, también de caminar intentando reflexionar y de que me siento tan cansada de pelear con todos, de mi boca sale una única palabra.

―Gracias.

Me quedo unos segundos más ahí antes de acercarme a la puerta y entrar. Por las sombras capto a Guillermo sentado en la cama y alza su vista rápido en cuanto oye la puerta.

PropagaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora