Un sonido agudo me llena la cabeza. Cosas han volado cerca de mí y cuando me llevo la mano a la oreja intentando que el sonido pare me doy cuenta que se me llena de un líquido viscoso. Es sangre.
El sonido va disminuyendo y en su lugar unos gritos devastadores me ponen en alerta.
Reacciono, buscando a Guillermo, a Hilary y a Radcliffe. No sé si estoy afuera o adentro de la nave, hay fuego y humo. Algo huele a metal quemado, pero hay tierra debajo de mí y piedritas que se me incrustan en la palma de la mano pero que no duelen.
A la primera que veo es a Hilary, tiene los ojos abiertos y está acurrucada en el suelo, con la cara sucia y atemorizada. Tiembla de pies a cabeza y cuando me ve no estoy segura de que me reconoce, sus ojos asustados vagan de un lado a otro. Quiero ayudarla a ponerse pie pero los desgarradores gritos me hacen girarme. Guillermo está arrodillado ante algo, con la mitad de la cara llena de sangre y moviendo sus manos a gran velocidad. Me quedo paralizada por un instante.
Los gritos provienen de Radcliffe, está boca arriba acostada en el suelo. Lentamente mis ojos van hacia sus piernas. La mitad de ellas no están, han sido cercenadas.
Quiero decirle a Guillermo que se detenga, que le está haciendo daño. Radcliffe intenta alzar la cabeza pero él se lo impide, está tratando de parar la hemorragia pero hay sangre por todos lados.
A lo lejos se oyen explosiones y disparos pero no puedo preocuparme por eso en este momento, mi cuerpo no se mueve, está ahí viendo lo que queda del cuerpo de Radcliffe.
No sé si pasan segundos o minutos hasta que puedo apartar la mirada. Las explosiones se oyen más cercanas o tal vez son mis oídos que se están recuperando. Un pensamiento cruza mi cabeza: tenemos que alejarnos de ahí.
Voy por Hilary, la obligo a levantarse y la llevo hasta donde Guillermo intenta levantar a Radcliffe pero él también sangra, su pierna herida no deja que se pueda poner de pie. Lo aparto de un empujón y señalo hacia el lugar por donde llegamos. No le digo nada a Radcliffe, quiero ponerla sobre mi espalda pero el peso me vence. Entonces me quito la chaqueta y conteniendo una arcada la coloco de manera que lo que queda de sus piernas no choque directo con el frío y duro suelo. La empiezo a jalar de los brazos y oigo el esfuerzo que hace, sus dientes chocando conteniendo el dolor. No avanzo lo suficiente rápido.
Una sensación de ardor en mi brazo hace que suelte a Radcliffe. Suelto una alarido pero saco la pistola en segundos y apunto hacia donde ha venido el disparo. No tengo tiempo de pensar, algo me mueve sin que sepa exactamente que es.
El alienígena cae al suelo y vuelvo a disparar sin detenerme a observarlo más que para asegurarme que está muerto. Vuelvo a intentar jalar a Radcliffe con la otra mano, la que tiene el brazo herido, me arde y ella grita. No voy a lograrlo.
Guillermo aparece a mi lado y sujeta el otro brazo.
―¿Dónde está Hilary? ―grito histérica en medio del estruendo.
―Ha echado a correr, no sé a dónde, me ha mordido la mano.
―¡Vete maldición! ¡Vete, la llevaré yo!
Pero él hace caso omiso. Intentamos correr, cada quien sujetando uno de los brazos de Radcliffe. Sus gritos me perforan los oídos, quiero chillar de solo escucharla.
―¡Paren, paren!
Intenta librarse de nuestro jale, volteo hacia ella. Guillermo tropieza y la suelta, eso hace que el peso se vaya todo a mí y también caiga sobre mis rodillas.
―¡Ah, maldita sea! Vamos.
―No, no, paren.
El tono me hace quedarme de piedra, La sangre ha empapado los restos de pantalón y la chamarra que coloqué abajo. Hay sangre por todos lados, apenas si puedo respirar del esfuerzo.
―Por favor.
La observó impotente, Guillermo intenta ponerse de pie pero no lo logra. Doy un rápido vistazo a mi alrededor. El ataque sigue, hay gritos lejanos, fuego, explosiones y ni siquiera me he percatado de la zona de guerra. Seguimos cerca de la nave y me quedo contemplándola un par de segundos, asombrada de que nuestras vidas vayan a terminar de esa manera. Pero al menos creo que hemos causado un daño importante y tal vez alguien más, hoy o algún día termine lo que hemos logrado aquí.
Radcliffe extiende un brazo y me toma de la mano, tiene a Guillermo tomado de la otra, los ojos cerrados y su respiración es profunda. Las lágrimas empapan su cara junto con sangre fresca, no sé si de ella, de nosotros o de algo más.
―Dile ―Ella hace un esfuerzo por hablar, se dirige a Guillermo― a mi abuelo que sucedió. Está... fue la me-jor forma.
Hace un esfuerzo por abrir los ojos, nos mira un instante y luego los cierra de nuevo.
La fuerza de su mano disminuye tan solo unos segundos después. Las lágrimas me nublan la visión, me pongo de pie para llevarla a un lugar a salvo. Pero no puedo jalarla, entonces me doy cuenta que Guillermo no me está ayudando, sigue con las rodillas en el suelo, observando a Radcliffe.
―¡Vamos! ¡Guillermo, necesito tu ayuda!
―Está muerta.
―No, no lo está. Vamos.
―María.
La intento jalar con el brazo herido que palpita del dolor y es inútil. Pero tengo que llevarla, aún puedo. Alguien la curará.
―María, déjalo, está muerta.
Las palabras de Guillermo me calan hondo. Miro hacia atrás asustada y suelto su mano que cae como si de una marioneta se tratara. Veo que es verdad. Radcliffe se ha ido.
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Propagación
Ficção CientíficaHace exactamente 20 días que dos meteoritos colisionaron casi a la misma hora pero en dos hemisferios diferentes. El primero de ellos llegó a la Antártida. El segundo cayó en Siberia. ¿Hubo muertos? No ¿Un tsunami terrible nos ahogó a todos? Tampoco...