Iba caminando del brazo de Demetri en medio de un pasillo iluminado escasamente por antorchas encendidas. El rastreador exhibía una sonrisa de oreja a oreja desde que habíamos abandonado el despacho de Aro, quién nos había dado unas últimas instrucciones antes de marcharnos: "Tráiganlo con vida. Confió en que harán un trabajo magnífico, y buena suerte Madeline".
- Vienes muy silenciosa.- dijo Demetri en tono de charla cuando abordamos la escalera de largos peldaños de mármol del ala norte, que en un punto se unían al sinfín de pasillos subterráneos. - ¿Te han comido la lengua los ratones?- preguntó en son de burla, pero ni una palabra salió de mis labios.
Demetri chasqueó la lengua en el paladar con disgusto, pero lo ignoré por completo. Me encontraba muy absorta en mis pensamientos. Mi cabeza era un revoltijo de ideas que exigía ser analizado sin demora, en vista de que estaba por embarcarme en una aventura más peligrosa. Ni siquiera me sentía capaz de decir algún comentario sin sentido por miedo a dejar escapar una de mis preocupaciones. Después de todo, no estaba para confidencias con Demetri. Aunque estaba contenta de poder volver a entablar una conversación como antes, una parte de mí no se sentía preparada para confiar plenamente en él.
Noté como me miraba de reojo, mientras mis agudos dientes se clavaban en mis labios una y otra vez. No iba a ceder con tanta facilidad. No obstante, mi verdadera intención era ocultar a toda costa cualquier indicio que delatará el miedo que sentía desde que él le había pedido a Aro que me incluyera en la misión.
- Puedo apostar que tu silencio se debe a dos cosas.- comentó y fruncí el entrecejo. ¿Cuáles son tus teorías genio? Ironicé en mi cabeza. - Bien, creo que tienes miedo y estás impresionada con Sulpicia.
Siseé, molesta conmigo misma. ¿Acaso era tan transparente? Ya ni siquiera podía ocultar mis sentimientos con facilidad como antes. Admitirlo me hizo enojar más.
- Supongo que he acertado.- replicó alegremente y soltó una risita.
Necesité de todo mi autocontrol para no golpearlo, aunque no servía de nada, era una buena forma de desquitarme. Demetri había acertado en ambas cosas, pero no iba a admitirlo de frente, demasiado trabajo me costaba admitirlo en mi fuero interno como para expresarlo en voz alta.
Ciertamente, estaba más que aterrada por la misión. ¿Y si lo echaba todo a perder? Ó peor aún...¿Y si...moría en el intento? Jamás me había planteado realmente lo implicaba ser una guardia Vulturi, lo que significaba llevar esta estúpida y elegante insignia en forma de "V" en el cuello. Por otro lado, estaba Sulpicia, la codiciosa y caprichosa esposa de Aro que ahora me quería a su lado. ¿Qué haría si Aro decidía ponerme a su servicio? Supongo que enfurruñarme y aceptar. Sería una orden y no podría negarme, aunque necesitaba saber con exactitud cual sería mi labor en su guardia personal. Me convencí de que investigaría a fondo sobre el tema si es que sobrevivía a lo que se avecinaba.
¿No crees que estas exagerando un...poco? Ronroneo la voz de la sed. No sería la primera vez...
¿Podrías hacer el favor de callarte? Le espeté con fastidio, ya que la simple idea me hizo estremecer. La vocecilla de la sed bufó molesta pero no volvió a hablar. Demetri se giró a mirarme como si esperase algo de mí. Decidí una vez más evitar su mirada y evadí la pregunta que me había hecho con otra:
- ¿Por qué tanta galantería de tu parte con Sulpicia?- Mantuve un tono de voz despreocupado, tratando de eliminar cualquier matiz de acusación que pudiera teñir mis palabras y me detuve ante un estrecho pasillo cubierto con un antiguo y costoso tapiz turco.
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Fría Eternidad
FanfictionMadeline Blair es una vampireza libre, aventurera, seductora y misteriosa con un pasado coronado con sombras, extraño y nebuloso. Después de vagar por su cuenta mucho tiempo, ha decidido regresar con su antiguo clan, pero entonces Madeline se ve at...