Me levanté de un salto de la silla y me incliné sobre el gran escritorio de Aro.
- ¿¡Pero qué estás diciendo!?- Grité histérica.- ¿¡Eso no es posible!?
Sentía la furia elevarse en mi interior como una serpiente que ha sido amenazada y esta a punto de atacar.
- ¡Mis padres murieron por esa cosa y tú no la destruiste!- grité con todas mis fuerzas mirándolo directamente a los ojos- ¿¡Pero en qué estabas pensando!?-
Aro lucía consternado ante mi súbita reacción, pero que más podía esperar. Estaba enfurecida, rabiosa, como volcán a punto de hacer erupción y sin embargo, me sentía derrotada. No tenía fuerzas y rendida me dejé caer sobre la silla. Oculté el rostro entre las manos y sentía la picazón en mis ojos que provocaban las lagrimas. Moría de ganas por gritar y patalear, hacer una rabieta de niña, pero lo peor de todo era darme cuenta que mi corazón se desmoronaba lentamente, una vez más. El tiempo que llevaba tratando de reconstruir mi roto corazón había sido inútil. Volvía a sentirme frágil, rota y sola. ¿Qué acaso jamás volvería a sentirme completa?
Escuché a Aro levantarse y poco después el peso de su mano sobre mi hombro. No me moví, mantuve mi rostro oculto cuando me atreví a hablar de vuelta.
- ¿Por qué lo hiciste?- mi voz se quebró con la última palabra. - ¿Por qué no lo destruiste? Es una abominación.
- No podía dejar que tanto talento se derrochará- dijo Aro en un suspiro- Luka es el único niño inmortal que puede controlarse. Lo educaron bastante bien y es muy inteligente. Alguien como él... yo no... pude destruirle. Lo lamento.
- ¿Por qué los mataste a ellos en ese caso?- pregunté con voz débil después de un minuto de silencio.
Aro quitó la mano de mi hombro. De reojo advertí que se quedaba estático mirando la alfombra a mis espaldas.
- No tuve elección. - contesto Aro en tono de derrota- Si alguien se enteraba iba ser el fin de nuestra sociedad. ¡Imagínate! Caos en todos lados ¡Ya nadie nos tendría respeto! Tuve que hacerlo por el bien de todos, aunque lo lamente mucho. De verdad que sí. ¿Sabes? Gregory en alguna ocasión estuvo por unirse a la Guardia, entonces la encontró a ella. Él tenía un don inigualable, el mejor estratega que he visto en toda mi vida. Lamento mucho que esta situación terminará de esta forma.
Me levanté de la silla y me coloqué justo frente a Aro. Sus palabras sonaban sinceras y sus ojos lucían tristes. Fue una tristeza tan grande la que transmitían que tuve que apartar la mirada, pero sabía que aquel sentimiento se debía a que él mismo había acabado con el talento que tanto ambicionaba. Aro me acarició la mejilla.
- Sé que los extrañas y entiendo muy bien lo que sientes. - susurró - No espero que me entiendas, pero te pido que no me juzgues, y me odies.
- Los extraño demasiado, cada día un poco más. Pero lo entiendo todo a la perfección. - dije alejándome un poco de su mano.
Aro me miraba entre sorprendido e incrédulo, pero decía la verdad. Entendía por completo lo que había sucedido. Era un gesto imaginable de Aro, un ser ambicioso dispuesto a hacer lo que fuera necesario para conseguir lo que deseaba. Las vidas de Gregory y Keira habían sido el precio de Luka.
Escuché un golpeteo de nudillos en la puerta y sentí de nuevo el suelo bajo mis pies. El ambiente se aligeró un poco, mientras le lanzaba una mirada a la puerta principal, al mismo tiempo que el Vulturi se acercaba a otra más pequeña del lado opuesto del despacho. La puerta era pequeña, casi oculta entre un par de atiborrados estantes con viejos libros. Murmuró unas pocas palabras en italiano que ignoré a una vampiresa en la cual no reparé. Acto seguido, volvió su atención a hacia mí.
- Creo que es hora de irme.- repuse rápidamente apenas nuestras miradas se encontraron. Necesitaba salir de aquel sitio de inmediato.
- Sí - accedió Aro con una sonrisa amable - El día que regresen Demetri, Felix y Heidi, se realizará la ceremonia oficial.
- ¿Qué ceremonia?- pregunté ladeando la cabeza.
- Tu ceremonia de ingreso- dijo Aro aplaudiendo. Me asusté. - Tranquila, es algo muy sencillo. No tienes de que preocuparte, pero es necesario que vistas de negro.
Evalúo mi ropa e hizo una mueca. Era comprensible, todos usaban ropas en tonos oscuros y sobrios, mientras mi atuendo en ese momento consistía en un sencillo vestido color crema.
- Claro- le dije sintiéndome avergonzada y me adelante rápidamente hacia la puerta con una falsa sonrisa.
Salí de la habitación con una pequeña inclinación de cabeza y caminé por los atiborrados pasillos centrales hasta el refugio del Ala Este. En mi interior había una revoltura de sentimientos muy desagradable. Me dolía el recuerdo de mis padres, despreciaba a ese niño Luka que no conocía y comenzaba a arrepentirme de haber aceptado unirme a la Guardia. Al mismo tiempo, estaba orgullosa de que Aro aceptará que era demasiado valiosa para dejarme ir y por último, en un par de días regresaría Demetri.
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Fría Eternidad
FanfictionMadeline Blair es una vampireza libre, aventurera, seductora y misteriosa con un pasado coronado con sombras, extraño y nebuloso. Después de vagar por su cuenta mucho tiempo, ha decidido regresar con su antiguo clan, pero entonces Madeline se ve at...