Méteme tu muérdago I

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** Esto no es parte de la historia, es sólo un bono, por así decirlo, ya que sería un salto muy grande dentro del período y el universo en que mis amados personajes viven. Considérenlo mi regalo de navidad y no olviden disfrutarlo. Oh, cielos...disfrútenlo. Espero que lo hagan tanto como Haruo eWe **


Dara, esto no me gusta nada —mencionó el pelinegro por centésima vez en todo el camino.

—No te quejes, yo vengo vestida de elfo. —Pero la castaña sabía que ver a Haruo vestido así era invaluable, y de hecho estaba agradecida con el profesor de danza por haberle permitido hacer el reparto de juguetes con ayuda de Haruo, claro que en un principio el traje rojo estaba destinado para ella, pero, diablos, no se iba a perder la oportunidad de ver a Haruo en minifalda.

Sí, esa encantadora diadema roja, adornada con dos pequeñas hojas de muérdago —y dos bayas en ella—, encajaba a la perfección en su adorable cabecita. El vestido rojo sin mangas (pero que a mitad de los brazos sí llevaba), debajo tenía encaje blanco y un pequeño poncho encima que tenía algodón en la parte superior, inferior y a la mitad. Adorable, sin duda. Sus bellas piernas en mallas negras que las envolvían como listones negros y sólo las resaltaban. Botas con tacón rojas lleva en los pies y un hermoso collar con cascabel en su garganta. ¿Qué es lo que falta? ¡Ah, sí! ¡La bolsa de regalos que el tierno Haruo arrasta!

—¡Además te ves súper adorable en eso! —chilló la castaña feliz —¡Necesito tomarte otra foto! —tiró la bolsa que desde hace dos horas cargaba y con su teléfono comenzó a fotografiarlo desde todos los ángulos posibles. Incluso se puso debajo de las decoradas y pálidas piernas del oriental, capturando así una gloriosa fotografía de su entrepierna luciendo ropa interior de mujer —Ésta va para Nathan —mencionó guiñando un ojo.

Rojo en su ropa, en su cabeza, en sus botas y en su rostro. El espíritu navideño se había apoderado de Haruo.

—¡P-Pero, Dara! ¡Ya has tomado 234 fotos en t-todo el día! —renegó cansado.

—¿Las contaste? —preguntó impresionada, colocándose bien sus gafas.

—Sí —dijo haciendo pucheros.

—Pues lo hiciste mal. Son 228 —sonrió victoriosa ante el error de su amigo el uke —. Además, la culpa es tuya, hubo muchas fotos en las que te cubriste el rostro —dijo enojada.

—¿Y có-cómo no hacerlo? —exclamó —. ¡Traigo un vestido, Da-Dara! ¡Es muy penoso!

—Penoso si no tuvieras ese cuerpo y esa adorabilidad repartida en todo el cuerpo —dijo señalándolo de cuerpo completo con un movimiento torpe y errático de manos —. Ahora, ven, hay que terminar de darle sus regalos a los estudiantes —añadió

—No sé porqué el profesor de danza siempre hace que me vista de mujer —murmuró haciendo pucheros.

—Fetiches son fetiches —rio —. Deja a los gustos de los demás.

—Y esta actividad la debió haber realizado el profesor de Artes.

—¡Por Dios, Haruo! ¡Deja de cuestionar el juicio de la directora y el profe!

Debido a que se avecinaba una tormenta, la dirección había decidido que ningún estudiante dejaría las instalaciones, aun sin importar que fueran vacaciones decembrinas. No obstante, la dirección y los padres de familia estuvieron de acuerdo en que cada familia le enviaría un regalo a su hijo (o hijos), o el dinero para comprarlo; Haruo y Dara estaban encargados de hacer llegar cada obsequio a su respectivo dueño.

Siguió haciendo adorables muecas, pateando un cascabel que en el suelo halló, pero lo pisó mal y casi resbala. Temiendo esto, Haruo se aferró a una de las columnas de la pared. Recobró el equilibrio casi de suerte, así que se puso de pie, dándole un mirada de desprecio al cascabel que se había quedado unos pasos atrás y le sacó la lengua. Alzó la vista, inconsciente, mirando así a un gran grupo de chicos que lo observaban colorados, y que al notar que Haruo los miraba, apartaron la vista, se giraron hacia otro lado y silbaron, esperando que el pequeño no se diese cuenta.

Amor Primaveral (Yaoi) (Editando la redacción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora