Un día en la vida del pequeño pelirrojo.

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Chris P.O.V

Todos los días es lo mismo, clases, aburrimiento, regaños, detención y más clases. Si no fuera por gimnasia o los deportes, hace mucho tiempo que yo ya dejaría de existir y sería sólo otro más de la pila de zombies.

Si no fuera por los sagrados deportes que me mantienen ocupado, no sé qué sería de la seguridad estructural de la Academia (if you know what I mean e.e) .

Y justo eso estoy haciendo en este mismo instante, distraerme; ¿por qué? No lo sé, es como preguntarle al salmón por qué se empeña en subir la pendiente, salvo que yo no lo hago para aparearme (o leí algo parecido en un libro de texto, no importa).

El caso es que hoy estaba jugando volleyball. Todo iba tan bien, mi equipo estaba ganando (gracias a mí, obvio) y el profesor de Educación Física había prometido pagarle el almuerzo al equipo ganador. ¿La vida podía ser más perfecta?

El balón venía justo hasta donde yo me ubicaba y estaba a punto de devolverlo de un golpe, pero alguien estornudó justo detrás de mí y al distraerme el balón impactó en mi cara. El golpe me derribó y terminé en el suelo.

–¿Estás bien?– me preguntó una papa gorda con sombrerito.

–¿Perdón? No te entiendo patata, se supone que debemos ir al reino de los gatos chocolatosos…– alcé mi brazo.

–¡Oh, Dios! ¡Creo que lo dejaste más idiota de lo que estaba!– 

–¡Estoy perfectamente bien, señora Periwinkle!–

¿Pueden creerlo? Un color dándome órdenes……Pfft…¡Yo mando aquí!

–¡Rápido apúrate a llevarlo a la enfermería!–

 Al final me llevaron cargando hasta aquel lújubre que nunca antes había visitado. 

–Eeeh……Creo que si lo dejamos en la puerta de la enfermería igual cuenta–

–Sí, tienes razón. ¡Te dejamos aquí, Chris! ¡Si sales vivo, te compramos lo que quieras!–

Y el señor patata y la señora Periwinkle salieron huyendo.

(*Sólo quiero aclarar que aquí ambos eran hombres, asghjh*)

–Yo puedo hacer lo que quiera por mí mismo– temblé a la hora de abrir la puerta. No sabía si era producto del golpe o si estaba nervioso.

–Ah…¿Hola?– la luz que emana esa habitación no me deja ver nada, NADA. Cuando logro enfocar me encuentro a un sujeto semidesnudo, vendándose.

–¿Khé?– ¿de dónde ha salido de pronto esta escena tan incómoda?

Y yo permanezco ahí como idiota.

–Maldición, ¿qué quieres?– pregunta reicorporándose.

Me ruboricé.

–Ah…yo…yo…la pata y…… la señora periwinkle…golpe– la impresión no me permitía hablar "bien".

–Estás hablando incoherencia y estás rojo. Tal vez tengas fiebre. Ven, siéntate– me señaló la camilla mientras se ponía una camisa y se adentró más en su oficina.

Me senté, avergonzado.

El tipo regresó, con una bata puesta y uno de esos palitos de madera que te obligan a meterte en la boca.

–Di: ¡aahh!– pidió.

Al principio me negué, temeroso.

–Oh, vamos, no te voy a hacer daño, si no te examino, ¿cómo sabré que estás sano?– jugó con uno de mis mechones –Tienes un lindo cabello– y seguido de eso olió mi mechón, inhalando profundamente.

Amor Primaveral (Yaoi) (Editando la redacción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora