Injury by Mink |YoonMin

Capítulo 2

- ¡Hey, acabo de terminar! ¿Me vas a dejar tirado? ¿Tienes prisa? - me dice Tae

-Ok... ¿No...? Y sí.

-Ok, vamos entonces, ¿un libro dices? – por un momento se me olvida de lo que está hablando y me acuerdo de la mentira que le dije hace pocos minutos. Miro a Tae y asiento. Miro al frente y YoonGi está a unos pasos de mí. Me mira fijamente y yo trago saliva inconscientemente cuando lo veo bajar su mirada de mis ojos a mi boca, luego por mi pecho y finalmente la dirige por mi brazo, hasta donde Tae me tiene agarrada la muñeca. Me mira de nuevo de manera impenetrable, helándome los huesos y sonríe un poco, una pequeña sonrisa aterradora.

Cierro los ojos un segundo cuando él finalmente termina de pasar por mi lado. Estoy demasiado confundido y atemorizado de la actitud que ha tenido YoonGi los últimos días. No ha dejado de insultarme, aun así sus represarías han disminuido. Lo que más me extraña es que me ha hablado en varias ocasiones, literalmente hablado y no solo insultado; sinceramente no sé cómo sentirme al respecto. El hijo de puta me asusta demasiado, siempre lo ha hecho y siempre lo hace y lo peor es que no sé si mejor desearía que no me hablara en lo absoluto.

Detesto a éste hombre con todas mis fuerzas, creo que casi lo detesto más que a NamJoon. Sin embargo también me atrae un poco...bueno...un poco bastante. Al punto que he fantaseado con cosas no muy sanas que digamos, pero inmediatamente cuando pienso de ese modo, me reprendo y al mismo tiempo lo detesto más por hacerme pensar en él de cierta manera en particular. Luego de la pequeña furia que siento en esos momentos, el vacío se apodera de mí al pensar que otra vez estoy elevando los ojos demasiado alto – y demasiado bajo también - y al pensar que no puedo y al mismo tiempo no quiero, tener a alguien como él a mi lado.

Tae y yo nos dirigimos a mi casillero, hoy su novia no vino así que se quedó conmigo todo el almuerzo. Aún estoy asustado y nervioso, sólo quiero irme de aquí lo más antes posible. Todos los días salimos a las dos de la tarde, así que me queda poco más de una hora para que ésta pesadilla acabe. Mientras hablamos por los pasillos, trato de inventarme algo para que Tae no sospeche que le miento y lo malo es que no me ocurre nada mejor que decirle que me confundí o algo así.

Es sábado y voy camino al súper. Mamá me ha enviado a comprar algunas cosas que faltan para la cena que organiza; hoy son ellos los anfitriones, lo que significa que tendré que aguantarme un montón de amigos de mi padre, bebiendo y riendo como en una cantina. No es que sean malas personas, al contrario son hasta agradables...pero eso es antes de que tomen. Cuando lo hacen, no los soporto. No negaré que de vez en cuando, tomo "prestada" alguna botella que tenga mi padre en el mini-bar "de ocasiones especiales", como le llama mi madre.

Nunca he tomado hasta quedar inconsciente, pero hoy sinceramente quiero hacerlo. Quiero relajarme y olvidarme de mi tosca y efímera vida por un momento. He tomado hasta estar bastante mareado, luego me acuesto a dormir...hoy quiero tomar hasta que sea el alcohol el que no me deje ponerme de pie. Lo que no me gusta de éstas reuniones en mi casa, es que me hacen sentir solo, aún más si eso es posible. Mi padre es un hombre muy sociable, estas reuniones con viejos amigos son la prueba y ver que yo no puedo ser sí, me pone triste.

-Buenas tardes, ¿algo más joven? – me dice la cajera sonriendo.

-Mmm... - me quedo viendo los dulces del mostrador y me decido por un chocolate con almendras – d-deme éste por favor – digo señalándolo y luego de pagar y darle las gracias, salgo del súper con todas las cosas en una enorme bolsa que en realidad no me pesa demasiado. En poco tiempo va a oscurecer, me he tomado el tiempo para ir al súper y mamá debe estar furiosa, así que me encamino a casa a toda prisa.

-¡Ya llegué! – grito cerrando la puerta con el pie y luego quitándome los zapatos en la entrada.

-¡Ya era hora Jimin! ¿¡Es que fuiste a China por las cosas, ah!? – dice viniendo de la cocina y me da un pequeño golpe en el hombro, quitándome la bolsa y desapareciendo enseguida.