CAPÍTULO 3.

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El peluquero había entrado a mí habitación, hizo que me sentara en una pequeña silla y comenzó a cortar los pocos mechones de mi cabello y después paso la máquina de afeitar sobre mi cabeza y al terminar cogió sus utensilios para marcharse

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El peluquero había entrado a mí habitación, hizo que me sentara en una pequeña silla y comenzó a cortar los pocos mechones de mi cabello y después paso la máquina de afeitar sobre mi cabeza y al terminar cogió sus utensilios para marcharse. Después me llevaron un par de enfermeras a las regaderas, me desvestí y encendí el grifo, temblé al instante ya que el agua se encontraba helada, frote una pequeña barra de jabón sobre mi cuerpo y después me enjuague completamente, salí de la ducha y me seque, las enfermeras me colocaron una bata blanca y me llevaron de nuevo a la enfermería, me quedé ahí por unas horas y poco después llegó el doctor Barbosa a por mí y me guío hasta la habitación donde sería mi terapia de electrochoques, me sentaron en una gran silla de metal que tenía algunas correas de piel en donde irán las muñecas, tobillos y cuello, colocaron éstas para después acercarse doctor Barbosa hasta mí.

—Bien Wendy, te haré unas preguntas como la vez pasada, así que ya sabes de que va esto y cuando paremos quiero que respires hondo antes de responderme.

Yo solo asenti, él se alejó un poco y se colocó en la esquina de la habitación, le hizo señas a una de las enfermeras para que pudiera comenzar y poco después, sentí como un millón de voltios recorrían mi cuerpo, pero al poco tiempo se detuvieron.

—Wendy dime ¿aún crees que Peter Pan sea real?

Tomé una gran bocanada de aire y hablé.

—Siempre, creeré en mi chico perdido.

De nuevo volví a sentir los mil voltios, pero esta vez más fuertes, pararon de nuevo pero esta vez me costó aún más respirar.

—Wendy, Peter Pan solo es un producto de tu imaginación, fue un sueño o más bien una terrible pesadilla, te sentías sola y creaste un mundo imaginario.

—Eso... eso no es verdad doctor Barbosa, Peter, es real.

—Muy bien Wendy.

Negó unas cuantas veces y anotó algo en su pequeño bloc.

—Aumenten el nivel de voltios y esta vez déjenlo por más tiempo.

— ¡No por favor!

Me ignoró por completo y esta vez mi piel ardió, mi cabeza dio vueltas, mi vista y oídos dejaron de funcionar por un pequeño tiempo.

Desperté de golpe y pude verme a mí misma atada a aquella horrible silla de metal, me encontraba fatal, pero no me afectó en absoluto

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Desperté de golpe y pude verme a mí misma atada a aquella horrible silla de metal, me encontraba fatal, pero no me afectó en absoluto. Decidí salir de aquella habitación, supuse que la puerta de hierro estaba cerrada pero no fue así, de un tirón se abrió a lo cual sonreí y no dude ni un segundo en salir, me llevé una grata sorpresa ya que el pasillo del psiquiátrico no era pálido y desabrido como siempre, esta vez se encontraba cubierto de unas hermosas flores purpura y las paredes eran cristalinas, di un paso fuera de la habitación y sentí las caricias que me brindaban las flores, me acerqué a una de las paredes y pude ver mi reflejo.

Era yo, la pequeña de siempre, no la pobre chica llena de rasguños y moretones. Mi cabello era largo de nuevo y llevaba ese camisón blanco de seda que tanto amaba y obviamente mis pies al descubierto, sonreí y decidí retomar camino de nuevo, caminé por el mismo pasillo largo y después doble hacia otro, pude ver que no había puertas pero al final del pasillo vi una enorme puerta con letras en rojo que ponían salida sonreí aún más y corrí hacia ella, acaricié la puerta y di una última ojeada dentro del psiquiátrico, me disponía a salir pero una voz muy familiar me lo impidió.

—Wendy... Wendy.

Seguí la voz por un tiempo hasta que no lo podía creer, Peter estaba a unos pasos de mí, me sonrió e hizo una reverencia, a lo cual respondí y me acerqué a él, me tendió su mano y la tomé. Comenzamos a bailar un poco, no me había percatado que algunas lágrimas salían de mis ojos, pero esta vez era de facilidad.

Peter...

Me sonrió y limpió unas cuantas lágrimas con las yemas de sus dedos.

Regresaste —dije viendo esos ojos verdes que me encantaban y echaba de menos a diario.

—Dije que volvería, recuerdas —sonrió y seguimos bailando.

—Lo sé, pero ¿por qué me dejaste? —fruncí el ceño.

—Lo siento tenía que hacerlo —me sonrió de lado, pero era una sonrisa amarga.

Recargue mi cabeza en su hombro y acaricié un poco su cabello.

—Pero no me quedaré por mucho —dijo de la nada

—Pero, ¿De qué hablas? Llévame contigo.

—Esta vez no puedo lo siento, y tranquila te voy a proteger siempre —tomo mi mentón y esta vez me dedico una sonrisa de nostalgia.

Lo observé con tristeza y le di la espalda.

—Wendy...

—Si Peter.

Tienes que ser fuerte y aguantar todo esto, sé que duele pero nunca dejes de creer —me tomó del hombro y me dio la vuelta.

—Jamás dejare de creer en ti, pero cada vez me resulta más difícil, mis sueños se vuelven...

No sabía que contestar ya que no sabía que eran realmente.

Peter se acercó a mí, acarició mi mejilla con su pulgar, me sonrió, se dio la vuelta y se alejó poco a poco.

—Peter... ¿qué haces?

Lo seguí, pero no por mucho ya que mediante avanzaba las flores se convertían en espinas y atravesaban mis pies, comenzaron a sangrar pero no me importó seguí pero, caí al suelo que ahora era un charco de sangre.

Por favor, Peter espera, vuelve, no me dejes aquí ¡vuelve!

Pronto todo se iluminó y se desvaneció, abrí mis ojos pero mí vista no era clara, pude darme cuenta que me llevaban en una camilla cuatro enfermeras junto al doctor Barbosa, me inyectaron barias veces y me llevaron a mi habitación, me cargaron hasta ponerme sobre mi rígida cama y pronto me dormí por completo.

Remember WendyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora