EPÍLOGO.

1K 57 37
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Me encontraba en el salón, a un lado de la chimenea donde una vez mi madre se encontró aquí también tejiendo o admirando las llamas del fuego

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Me encontraba en el salón, a un lado de la chimenea donde una vez mi madre se encontró aquí también tejiendo o admirando las llamas del fuego. Ahora yo hago lo mismo, me encuentro sentada sobre la mecedora remendando un vestido de Jane, que le descosió una de sus mangas tratando de escalar un árbol hace un par de días, recuerdo que una de las ramas se atascó en ésta lo cual Jane asustada trato de zafarse pero al hacerlo la manga se rompió y logró hacerle un gran rasguño en su hombro. Recuerdo que no lloro, solo corrió hacia mí y estuvo abrazándome durante horas.

Siempre ha sido una niña bastante orgullosa y valiente, al igual que demasiado enérgica. Jamas la puedes parar, pero también es muy dulce aunque siempre va por ahí buscando aventuras y tratando de sacarme de juicio a veces.

Salí de mis pensamientos cuando escuché un gran estruendo en el piso de arriba, subí las escaleras asustada hasta la habitación de Jane donde le encontré en el suelo con un montón de juguetes enzima suyo. Reí burlona y le observe con ternura, pensó que iba a reñirle así que se levantó rápidamente para después sacudir su vestido y sonreírme inocente.

—¿Qué tratabas de hacer pequeña? —dije con dulzura.

—¿Recuerdas que Peter Pan volaba pensando en cosas bonitas?

Sonreí al pensar lo que había tratado de hacer, sabía que Jane todo el tiempo corría de un lado a otro arriba de las camas y se lanzaba por los aires tratando de volar. Cuando lo llegue a lograr lo único que hará es salir volando como un rayo por la ventana con dirección a Nunca Jamás. Siempre le he contado mis aventuras en Nunca Jamás y sin duda me ha escuchado con asombro, una luz se refleja en sus pequeños y hermosos ojos color celeste, desde entonces está a la espera de Peter para poder verle, aunque él me prometió aquella noche que volvería, jamás cumplió su promesa. Solo a veces veo su sombra en la ventana pero él ya no viene a verme.

Tomé a Jane en mis brazos y me senté con ella en el sofá que está a un lado de la chimenea, comencé a cantarle una nana. Cuando el reloj marcó las diez de la noche ordene a Jane que se cepillara los dientes y se pusiera el camisón, cosa que hizo sin rechistar una sola vez ya que antes de dormir le contaba un cuento. Arrope bien a Jane ya que es invierno y no quería que después se resfriara, me senté a un lado de ella en la cama y comencé a hacerle mimos.

—¿Qué cuento quieres? —le pregunte con dulzura.

—Peter Pan —sonrió.

—Bien, veamos. Fue la noche que Peter entro a esta misma habitación en busca de su sombra y el muy tonto trató de pegársela con jabón y se echó a llorar al no poderla pegar, entonces me despertó y se la cosí...

—Te has saltado una parte, cuando le viste sentado en el suelo llorando ¿qué le dijiste? —interrumpió Jane que ya se sabía la historia mejor que yo.

—Niño, ¿por qué lloras? —dije imitando aquella voz cuando tenía once años.

—Bien ahora puedes seguir.

Y así continúe narrando toda mi historia, hasta llegar al final.

—Pero Wendy jamás volvió a ver a Peter Pan... —dije con melancolía.

—¿Nunca?

—Nunca, viví muchas aventuras, aún más conforme crecí y jamás le he olvidado.

Jane un poco triste por el final tan conocido para ella, me tendió aquel collar que contenía la bellota que Peter me obsequió, ya que para él significaba un beso.

—Buenas noches mamá —dijo Jane adormilada.

—Buenas noches pequeña.

Me levante de la cama, le brinde un mimo en la coronilla de su cabeza para después depositar un beso. Camine hasta la ventana y coloque el pestillo para que la ventana no se fuera a abrir por la ventisca helada que hacia fuera.

Me senté a un lado de la chimenea en la alfombra para seguir tejiendo, al posar mi vista por un segundo en la ventana pude ver aquellas estrellas que me guiaron en mis aventuras y ésta vez brillaban más que nunca, sabía que lo hacían porque jamas volvería a aquel hermoso lugar, mi tiempo ahí había terminado y eso está bien.

No estoy triste, porque tengo que seguir adelante, crecer y vivir mis aventuras aquí, disfrutar el tiempo. Ver crecer a Jane y disfrutar mi vida al lado de Edward.

Recordé por un instante todas las aventuras en Nunca Jamas, algunas son aterradoras, otras están llenas de magia pero aun así fue algo asombroso que ningún otro niño tendrá la dicha de vivir. Sonreí con lágrimas en los ojos y observe las estrellas por ultima vez. Susurré un "Adiós" para después levantarme del suelo, observé a Jane aún dormida sobre su cama, ahora es tiempo de que ella viva su gran aventura.

Salí de la habitación, cerré la puerta y cuando estaba por marcharme escuche de nuevo aquella agria pero dulce melodía de la flauta de pan. Había vuelto. Pero esta vez no vendría por mi.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Remember WendyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora