CAPÍTULO 24.

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Apenas puedo moverme, pero un alivio me recorre porque todo el dolor desapareció

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Apenas puedo moverme, pero un alivio me recorre porque todo el dolor desapareció.

Intento abrir mis ojos, incluso hablar, pero no puedo. Muevo mis brazos por toda la superficie donde me encuentro, es tan blanda como el algodón y tan cálida y reconfortante que incluso quiero volver a dormir, pero no puedo porque aún puedo escuchar los sollozosos de los niños, pero está vez no eran de dolor, eran de tristeza.

Tome fuerza para abrir mis ojos y poco a poco lo logré, pude ver hermosas paredes de madera vieja cubierta de musgo, olía a arena mojada y se podía escuchar a un búho a lo lejos, al igual que el crujir de los árboles.

Me incorporé con delicadeza ya que no sabía cuánto había dormido y no había comido nada desde que aquellos piratas me raptaron. Y no quería desmayarme, me dolía todo el cuerpo, puse mis pies con delicadeza en el suelo y sentí como el musgo me acariciaba los pies, con delicadeza camine hasta donde se encontraba al parecer una puerta y al salir de aquella habitación me encontré con un invierno que había cubierto todo por completo y apenas se podía asomar el césped y las raíces de los árboles que luchaban con escapar de aquel frío cruel.

Me frote los brazos tratando de entrar en calor, y baje por unas pequeñas escaleras de madera en forma de caracol con mucho cuidado, ya que crujían demasiado y en cualquier momento sentía que se romperían. Cuando estás se terminaron me topé con una puerta dónde dentro se podían escuchar sollozosos y con suma delicadeza entré, encontrándome con todos los niños perdidos al rededor de una cama y en esta estaba Torpe, tan pálido como la porcelana, llevaba una ojeras enormes y se podía ver cómo uno de los niños perdidos sujetaba algo en su pecho para que no se desangrara.

Remember WendyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora