CAPÍTULO 34.

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No había dejado de llorar, no sabía cuánto tiempo llevaba en este lugar atrapada pero ya me había acostumbrado al olor de las hojas secas y a tierra húmeda

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No había dejado de llorar, no sabía cuánto tiempo llevaba en este lugar atrapada pero ya me había acostumbrado al olor de las hojas secas y a tierra húmeda. Seguía en aquella esquina ahora recostada completamente, mi cuerpo ya estaba entumido debido al duro suelo, no había comido ni bebido absolutamente nada lo cual ya estaba más que débil ni siquiera podía mantenerme en pie, mi vista ya era borrosa y mi legua estaba completamente seca. Sin duda ya me había resignado a morir.

Y cuando sentí que por fin me marcharía por completo ya que mis parpados cada vez pesaban más y mi respiración era cada vez más pesada y lenta, escuche aquella voz, que solía desear escucharla para que salvara mi vida en muchas ocasiones. Pero ésta vez no, ya que un escalofrió invadió mi cuerpo al escucharlo y quería correr a ocultarme pero mi cuerpo simplemente no respondió.

— ¿Wendy?

Escuché como sus pasos cada vez se acercaban más a mí y las lágrimas me invadieron, le quería lejos. Una vez que estuvo frente a mí, sentí su mirada penetrante por un momento, después se agachó para tomarme en sus brazos y me aferró a su pecho, me removí intentando que no me tocara, pero simplemente me apegaba más a él.

—No me toques Peter... —dije apenas en un susurro.

—Estas delirando, una vez que te encuentres mejor dejaras de decir tonterías.

Sentí como se alzó en vuelo, ni siquiera me pude oponer a que me llevara con él porque mi cuerpo ya no resistió más y mis ojos se comenzaron a cerrar poco a poco.

Remember WendyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora