Duele. No puedo pararlo, no siento mi cuerpo y un frío inmenso me invade.
Había despertado pero no quería abrir los ojos por miedo aparecer en aquel lugar horrible, pero al abrirlos pude darme cuenta que no había soñado en lo absoluto, el olor del mar, el sol que comenzaba a salir y la madera que rechinaba del barco cuando el mar se sacudía un poco, estaba sucediendo.
No podía moverme debido a las cuerdas y tenía toda la piel fría, apenas y podía sentir mis párpados.
La poca luz del sol que apenas se asomaba me lastimo por unos segundos los ojos, hasta que me acostumbre a esta. Torpe, el niño que conocí ayer seguía dormido y balbuceaba entre sueños, mientras temblaba de frío, me sentí tan mal por él que desee en este momento poder romper las cuerdas, sacarlo de aquella jaula y escapar de aquí para volver a casa, pero no es más que inútil pensar en eso.
—La bella dama ha despertado —dijo uno de los piratas con lujuria que me observaba sentado desde un rincón oscuro mientras afilaba su espada.
—Es descortés observar a una dama de esa manera, caballero... —dije con la voz rasposa debido a que tenía la garganta seca.
—Te olvidas de que soy un pirata, preciosa —dijo burlón mientras se acercaba a mí con pasos secos.
Llegué a sentir sus dedos callosos, su mal aliento y su negra mirada penetrante sobre mí. Recorrió sus dedos por mí cuello hasta subir a mis labios que después los acarició y los observó con deseo.
No quería que me viera llorar, así que no dejé derramar una sola lágrima. Quería gritar y patalear pero tampoco podía, solo temblaba.
— ¡Déjala, Dean! —se escuchó la voz de un joven, desde la oscuridad, era una voz aterciopelada con tonos rasposos.
—Si, mi capitán —dijo de inmediato aquel pirata y se alejó como un rayo.
—Gracias... —dije con las voz cortada debido al gran susto, ya que pudo haberme tocado sin siquiera haberle importado.
—No me las des.
Pero aquel famoso capitán jamás me había dejado ver su rostro, solo había escuchado su voz.
—¡Capitan! Niños perdidos en las nubes —grito asustado uno de los piratas.
De inmediato escuché como Torpe se levantó aún dentro de la jaula asustado y feliz a la vez. Mi respiración se agitó, no sabía si estar feliz o asustada, por fin vería a Peter.
—Como lo planeamos, ¡eleven la jaula! —grito de inmediato el capitán desesperado.
Escuché como avanzaba hacía mi y por fin le vi. Creí que sería un señor de mínimo cincuenta años pero este era todo lo contrario. Era joven, probablemente dos años mayor que yo, era de tes pálida, cabello rubio, labios de un rosa pálido y una mirada negra y frívola, pero que tambien transmitía ternura.
No hiba vestido como un pirata, era todo lo contrario, llevaba una camisa de franela blanca algo sucia y desgastada, vaqueros cafés y botas de color negro junto a un cinturón de piel que sujetaba su espada.
—No eres más que un niño... —susurre al verle.
Este pareció molestarse ya que apretó la mandíbula, pero no dijo nada. Simplemente se quedó observandome.
— ¡Capitan no vemos a Pan!
Éste dejó de observarme para caminar a prisa hasta donde estaba aquel pirata y le arrebató el catalejo.
—Wendy, verás como Peter nos rescata... —exclamó Torpe en un susurro desde la jaula, que ahora se encontraba elevada, como si fuera una carnada. Aunque pensándolo bien, lo somos.
Pero de inmediato se escucharon gritos tanto de júbilo como de alegría departe de muchos niños que abordan el barco, tomaron sus espadas con fuerza y las blandieron en los aires sin algún miedo al igual que los piratas. Todo se podía ver en cámara lenta, yo solo pedía para que ningún niño saliera lastimado.
De pronto sentí que la cuerda que me tenía sujeta comenzó a moverse y pronto esta se rompió dejándome libre, quería correr pero mi cuerpo estaba tan adormilado y maltratado que en cuanto quise dar un paso caí al suelo, sintiendo de inmediato el sabor a metal en mi boca. Mi vista se nublo y apenas podía escuchar.
—¡Wendy levántate! He venido a por tí —dijo Peter rápidamente mientras me sonreía.
—Peter... Yo no puedo.
La sonrisa de Peter se esfumó de inmediato mientras observaba hacia todas partes como si estuviese buscando algo, después se arrodilló al lado de mi y me tomo en sus brazos.
—Te dejaré en la bahía y cuando termine esto iré a por tí.
Asentí, pero me removí preocupada en sus brazos evitando que volara conmigo y negué una y otra vez.
—No... Hay un niño en la jaula, sácalo, le aran daño.
Peter escandalizado volteó hacia la jaula y vio como Torpe sacaba sus brazos mientras gritaba que lo sacarán. Peter me tendió con delicadeza en el suelo detrás de unas cajas de pólvora.
—Quedate aquí y no hagas ruido, en cuanto lo libere, vendré por tí.
No me dejó responderle y vi como se alzaba en vuelo. Seguía asustada y pude escuchar aquellos pasos que venían hacia a mí. Iba a gritarle a Peter que me ayudara pero sentí el filo de una navaja que acariciaba mí cuello y de inmediato se me corto la voz, apenas y podía pasar saliva.
—Quedate callada o te cortaré el cuello.
Me jaloneo del brazo para después ayudarme a parar y volví a caer al suelo, ahora lastimandome mis rodillas, frustrado el capitán, me tomo de la cintura con fuerza para pegarme a su torso y sujetarme con un brazo, en ningún momento alejo la navaja de mí cuello.
—¡Peter Pan! —gritó el capitán con fuerza.
Todos en el barco guardaron silencio, incluso dejaron de pelear y desde la multitud se abrió paso Peter que al ver al capitán abrió ligeramente la boca para después observarlo con recelo.
—Todd... —pronuncio Peter— Creciste.
Todos lo niños se quedaron boquiabiertos, unos negaban mientras otros se susurraban cosas.
—Pero como... Si tú habías muerto —dijo un niño regordete.
—Nunca lo estuve, Barbosa me salvó la vida.
Al escuchar aquel nombre mis ojos se llenaron de lágrimas, mi respiración se volvió a cortar y un dolor en mi espalda me invadió, al igual que sentí un líquido salir de mi nariz. Me desmayaría del dolor en cualquier momento.
Peter escandalizado al verme se acerco a prisa hacia nosotros, pero al ver cómo Todd, el capitán, acercó aún más la navaja a mí cuello e hizo un pequeño corte en este.
—Peter... —solloze mientras lo observaba, pude ver cómo Peter asustado comenzó a respirar más fuerte.
—Tú eliges Pan, salvarle la vida a tú Wendy o darme la tuya.
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Remember Wendy
FantezieAlguna vez te preguntaste, ¿Qué paso con Wendy cuando Peter se marcho? Wendy no olvido a Peter, siempre le recordaba e incluso escribía las aventuras que había vivido en el país de nunca jamás, para que no se olvidase, ya que uno de sus sueños era e...