CAPÍTULO 11.

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Aquella vez que prometí traer a Wendy a casa, no lo había hecho, sé que fue un juramento de sangre y son inquebrantables. Pero me es imposible el traerla, siempre que voy a su habitación se encuentra dormida y no quiero despertarla.

Siempre voy a verle, cada día, sin falta y antes de que salga el sol en Tierra Firme regreso a Nunca Jamás, pero no me quedo en mi guarida y evito a los niños perdidos. Ya que si recuerdan que no he cumplido la promesa, tienen derecho a matarme, así que esperaré a que olviden.

Ahora tengo mi propia guarida, no es el viejo barco de Garfio, es la casita que le habíamos fabricado a Wendy la primera vez cuando Campanilla trató de matarla, ahora estaba posada sobre la copa de un árbol seco y ésta parecía sus hojas, así que era imposible de detectar.

Me gustaba mucho estar en aquella casita, ya que me recordaba a Wendy a decir verdad aún tiene su olor, pero con el tiempo estoy dejando de percibirlo.

He tratado de sacar a Torpe, del barco de Barbosa pero no he podido, está el doble de armado y sin mis compinches no puedo hacerlo.

Hace un par de días, no recuerdo cuanto fue, escuché a uno de los bacalaos decir que Barbosa se había ido a Tierra Firme y la única manera de llegar es volando con polvillo de hada pero hay otra manera, no de llegar a Nunca Jamás sino de salir. En lo alto de la montaña de Nunca Jamás pasando la aldea de los indios, habita un hechicero que dejó la tierra para venir aquí. Tienes que darle algo a cambio para que te deje bajar, pero una vez que lo haces no puedes regresar y te quedas ahí para siempre.

Remember WendyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora