CAPÍTULO 25.

1.2K 101 5
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Ya no siento dolor o tristeza, solo siento paz

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Ya no siento dolor o tristeza, solo siento paz.

Me sentía como siempre, sin algún rasguño o moretón, la superficie donde me encontraba se sentía tan cómoda que no quería abrir mis ojos, quería quedarme dormida para siempre pero sabía bien que no podía, las cosas están mal y no puedo descansar.

Gritos y sollozos me despertaron, encontrándome en mi cuarto de nuevo haciéndome pensar que todo había sido un sueño, abrí mis ojos de golpe para después levantarme de mi cama pero me extrañó ver una cuna. Camine con miedo hasta esta, me sorprendí al encontrarme a un pequeño bebe de piel pálida y un cabello negro precioso, dormía plácidamente pero, me extrañó demasiado ya que no sabía que hacia aquí aquel bebe.

— ¡Déjame hablar!

Se escuchó la voz de mi padre gritando con furia, pero ya no era de extrañarse ya que tiene un temperamento demasiado estrecho.

Salí de mi habitación y bajé las escaleras con delicadeza para que mi padre no me escuchara ya que quería saber porque gritaba y con quien estaba discutiendo. Seguí su voz hasta la sala, asome un poco mi cabeza y se podría decir que me quede petrificada por un momento para después sollozar en silencio.

—Mamá... —dije en un susurro y con miedo de que me escucharan volví a esconderme.

—No lo vamos a tener Mary, apenas nos alcanza el dinero para nosotros y con John que apenas nació hace un año nos ha dejado demasiados gastos, no podemos tener otro bebe.

—Pero George...

—Lo siento Mary, pero tenemos que deshacernos del bebe —dijo mi padre decidido.

Me volví a asomar, encontrándome con mi madre llorando en silencio mientras apenas y se mecía en la mecedora, tenía su vientre un poco abultado y mi padre la observaba de pie mientras se fumaba un puro. Algo muy raro en él.

—Wendy... —dijo mi madre en apenas un susurro debido a las lágrimas que salían sin parar de sus ojos, pero mantuvo su sonrisa al llamarme.

Me hice para atrás de inmediato haciéndome caer de golpe, sentí que algo atravesó mi pecho.

—Ven pequeña, no sucede nada malo —me sonrió mi madre.

Pero cuando estaba por levantarme y caminar hasta ella, una pequeña niña se me adelanto y corrió a abrazarla, llorando en el acto.

—Venga, deja de llorar pequeña y levanta esa preciosa mirada.

Aquella niña asintió, mi madre le limpio las lágrimas con un pañuelo de seda, le acaricio el cabello y la abrazo a su pecho. Pero mi padre no hacía más que observarlas bastante serio. Se veía molesto también.

—Wendy, sube ahora a tu recamara y no salgas hasta que te lo ordene, ¿de acuerdo?

Iba a responderle que no lo aria y no tenía el derecho de hablarme de esa manera sin siquiera haberle hecho algo. Pero las palabras no salieron de mi boca.

—Si papá —le respondió la pequeña.

—George, no le hables así...

— ¡Calla Mary! Haz lo que te dije de inmediato Wendy.

Todo se volvió negro, un dolor inundo mi cabeza y me desperté, encontrándome con el ruido de los pájaros y la cascada que se escuchaba a lo lejos, también con el poco sol que se colaba por unos pequeños huecos del techo de aquella casita. Desperté de aquel sueño, que había sido más como un recuerdo, pero al recordar aquello me di cuenta que había olvidado como era cuando era pequeña, había olvidado mi inocencia y la mayor parte de mi infancia había sido corrompida en aquel lugar. Con los fuertes medicamentos que me dejaban en un estado vegetal durante horas, no me podía mover, me quedaba delirando en las esquinas de aquella horrible habitación acolchonada y aquellos fuertes electrochoques que se me propinaban una vez a la semana.

Pero no sabía cómo parar aquel dolor o como recuperaría mis recuerdos, pero sabía que lo haría. Solo bastaron unos pocos segundos para darme cuenta de que Peter no estaba lo cual me asusteo demasiado ya que debe ser tarde y no está, no me había sabía a adonde iría y a qué hora regresaría, tampoco sabía cómo bajar de la casita y mucho menos como encontrar a Peter.

De pronto se escucho como unas ramas del árbol crujían, y unas manos se asomaron por el lumbral que se sostenían para no caer, poco después vi un rostro que odie desde que le conocí.

—Hola, preciosa.

Remember WendyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora