CAPÍTULO 30.

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Nunca había sentido tal paz y tranquilidad como la que sentía ahora

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Nunca había sentido tal paz y tranquilidad como la que sentía ahora.

Me había despertado por los rayos de sol que se colaban por los huecos de la casa del árbol, me removí en la cama tan cómoda de Peter, tratando de volver a conciliar el sueño pero me fue imposible debido a los gritos y risas que se escuchaban fuera así que me levanté de la cama y lavé mi cara con el agua que se colaban por una de las ramas y caía en un jarrón, acomode mi camisón, mi cabello y una vez estuve presentable salí.

Me encontré con los que se hacen llamar mis hijos me recibieron entre abrazos y sonrisas, todos me preguntaron si había dormido bien y me ofrecían frutas que yo acepté con gusto.

Me senté al lado del pequeño lago, comencé a comer mientras admiraba el reflejo del sol en este, también admiraba a los pequeños que como siempre estaban corriendo de un lado a otro riendo y gritando sin importarles si sus ropas se rasgaban o se llenaban de barro.

Peter llegó volando hasta mi lado, me sonrió y se acercó demasiado hasta casi plantar sus labios contra los míos y sabía que lo haría tanto como lo deseaba, yo no estaba segura de si lo deseaba también o no así que simplemente me quedé quieta esperando a que Peter lo hiciera.

Pero un niño llegó corriendo hacia nosotros bastante exaltado.

—¡Peter! Los nuevos ya llevan bastante tiempo perdidos en el bosque.

Remember WendyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora