Revelacion

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Mi mundo en este instante es diferente a como lo conocía, creía que era una buena persona, alguien que era incapaz de hacer cualquier tipo de daño sin que me provocarán pero estoy aquí, parada en el recibidor del departamento de Christian, estoy en shock por esta revelación que no logró digerir o entender si quiera. Hace una semana mi vida era ordinaria, sin problemas, sin angustias innecesarias, pero desde que volvía a Seattle todo está de cabeza. Nada tiene sentido en este momento, ni el amor que siento por Christian ni lo que pueda sentir por David, aquel hombre de ojos color ámbar que me brindó su apoyo y su amistad incondicional cuando más lo necesitaba. Lo primero que me viene a la mente es que soy igual que aquella mujer, igual a lo que le prometí que jamás sería.
Retrocedo y Christian intenta tomarme del brazo pero soy más rápida y alejo mi brazo de su alcance, no estoy segura de que quiera que me toque en este momento. No solo me siento traicionada, si no que también me siento sucia, me siento una mujer llena de basura en su interior, me siento igual que ella. Puedo oír cómo mi corazón se rompe aún más, y llevo mis manos a mi pecho por el dolor, la habitación comienza a dar vueltas y camino torpemente hacia la sala, casi al llegar al sillón tropiezo con mis propios pies y me voy de boca hacia el suelo. Christian acude rápidamente a ayudarme pero me libero de él, de su contacto.

    -Ana, por favor-

No consigo responder a su petición, le dedico una mirada que lo deja frío, retira su mano en seguida. Me levanto sola y me siento en el sillón, aprieto mis rodillas contra mi pecho y trato de calmarme, quizá no es como parece, quizá escuche mal y Christian no dijo nada, quizá solo es un sueño, si, si, eso debe ser. Esto, todo esto es un sueño y tengo que despertar. Cierro mi ojos y cuento hasta tres para abrirlos pero sigo en la sala con Christian, me mira con preocupación pero no sabe si es momento de dirigirme la palabra, está confundido por mi reacción y le duele, le duele porque cree otra cosa, puedo verlo en sus ojos.
Por tercera vez intento despertar de esta pesadilla pero me rindo cuando veo que todo es real, que lo acaba de decirme es real. David sabe dónde estoy y con quién estoy, pero sobre todo sabe lo que hice, sabe que lo traicione, lo engañe, rompí la única promesa que le hice cuando comenzamos a salir. Me llevo las manos a mi boca y comienzo a sollozar de la desesperación. Ahora me pregunto si será capaz de perdonarme a mi, como lo hizo con aquella mujer. Quizá debería llamarlo o quizá debería correr en este momento hacia el aeropuerto y explicarle todo, decirle que mi amor por él es real pero no como imagine que podría ser.

    -Veo que te duele. Es más importante para ti ese cabron de lo que creía-
   -No es ningún cabron. Es mi novio y sabe todo-

Christian suspira para intentar controlar lo que sea que nace de él en este momento, aprieta sus puños, está tratando de controlarse, quiere darme unos azotones, puedo sentirlo pero de algo debe estar seguro y es que jamás dejaré que vuelva a hacerlo. Si me voy ahora es porque quiero, no porque me hará daño. No otra vez.

    -¿Desde cuándo lo sabe?-
   -¿Qué?-
   -Christian, maldita sea. No es el momento para hacerte el que no sabes nada-
   -En realidad no lo sabe a ciencia cierta-
   -¿Qué? No entiendo que quieres decir-
  -Quizá no es el momento para hablarlo. Mañana hablaremos. Tengo trabajo-

Sin decirme más se va hacia su despacho y me deja ahí sentada, con todas las preguntas del mundo en mi interior, no quiere hablar, no quiere enfrentarme y sé que eso no es propio de Christian, tiene miedo de decírmelo y ahora me pregunto qué pasa en realidad.
Me quedo unos minutos sentada hasta que la señora Jones aparece en la sala con las compras para la comida, me mira y enseguida sabe que algo anda mal, se va directo a la cocina, regresa conmigo pero con una taza de té, me la ofrece en silencio y se va sin decirme una sola palabra, la veo irse del departamento y sé que ahora es momento de hablar con Christian. No me interesa si Taylor está aquí o no, porque por ser su mano derecha debe saber todo, él también lo sabía y jamás dijo ni una sola palabra.
Me acerco a la puerta de su despacho pero la puerta tiene seguro y no me deja abrirla. Christian se ha refugiado y no piensa hablar conmigo, no quiere pero yo sí lo deseo, el hecho de que le haya puesto seguro me hace querer aún más confrontarlo. Comienzo a tocar pero no obtengo respuesta, así que empiezo a llamarlo para que me abra pero sigo sin poder entrar, mi furia crece pero no puedo dejarme llevar por ella, no quiero pelear. Es mejor dejar todo así. Me rindo y me voy hacia la habitación.
Mis maletas siguen en el armario y a pesar de haber usado ropa de la que Christian me compro hace años, también use ropa que traje así que me dedico a meter todo de vuelta, no quiero que Christian pueda llegar y que evite que me vaya, estoy en silencio cuando siento sus manos rodearme por la cintura y pegar su cara en mi cuello, se está escondiendo y no quiero que lo haga, necesito que me enfrente y me diga bien que es lo que ocurre en este momento. No puedo quedarme sin saber nada y menos a que me enfrentaré a una vez que llegue a New York.

50 sombras destrozadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora