Diferencias

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El dulce aroma de Christian Grey a mi lado me despertó, abro mis ojos y veo a mi dios griego completamente dormido, se ve tan relajado y no me muevo a pesar del calor que emana de su cuerpo, me giro un poco para quedar cara a cara, mi mano se acerca poco a poco a su rostro, miro su gesto cuando mi mano por fin toca sus mejillas, tiene un gesto divertido. Lo acaricio y gruñe en sueños, suelto una risita. Sigo acariciando su rostro, con esperanza de que no despierte y pueda seguir admirándolo tan tranquilo, me acerco un poco más y beso sus labios, un beso fugaz para no despertarlo. Cierro mis ojos por si se despierta, me quedo quita pero no siento que este despierto, así que abro primero un ojo y cuando por fin veo que sigue durmiendo tranquilo, abro los dos. Me giro poco a poco para salir de sus brazos, con la esperanza de no despertarlo. Salgo de la cama, me dirijo a la puerta pero no sin antes echarle otro vistazo a Christian Grey. Salgo de puntitas para no hacer ruido, una vez que estoy segura que no puede oírme, voy dando saltos hacia la cocina, llevo solo puesta una camisa de él, al igual que llevo conmigo la esperanza de que la señora Jones no haya llegado todavía pero en cuanto entro a la cocina me doy cuenta que estaba en un error, ella ya está ahí, preparando el desayuno. En cuanto me ve, su sonrisa es más grande de lo que estaba acostumbrada, sonrío pero al mismo tiempo siento como me sonrojo. La saludo y voy hasta el refrigerador para tomar un poco de jugo, tengo que beber algo. Me sirvo y mientras bebo apresuradamente, puedo oler el aroma de los hot cakes, el huevo y el tocino, sonrío para mis adentros porque este desayuno en la última semana se ha convertido en mi favorito, Christian dice que por fin estoy comiendo como una persona normal, pero no puedo evitarlo, cada vez tengo más hambre y casi puedo asegurar que he subido de peso desde que llegamos de nuestro viaje, desde que Christian y yo estamos bien. Me siento en un banco del lado contrario a la señora Jones, sonríe pero esta vez sin tanta euforia. Me vuelve a servir jugo y lo bebo una vez más, pone un poco de fruta en un plato y me lo ofrece, lo tomo sin pensarlo y comienzo picando con el tenedor el melón, en seguida la naranja y poco a poco voy acabando con la fruta. Cuando termino la señora Jones me mira con dudas en sus ojos pero no comprendo que es lo que pregunta, quizá aún le extrañe que siga comiendo todo lo que se me ofrece, lo sé porque para mí también es extraño que tenga tanta hambre todo el tiempo. Su mirada se suaviza y vuelve a girar su vista al sartén. Unas manos grandes cubren mis ojos y doy un respingo cuando lo siento detrás de mí, ríe un poco como si fuera un niño travieso y casi puedo jurar que le divierte ver que me comí toda la fruta, hasta la que es de él. Después de unos cuantos segundos gira el banco para que quedemos frente a frente y pueda besarme. Levanta mi cara con sus manos y me besa, nuestros labios se unen en un beso que quizá es demasiado desesperado para tener público, su lengua hace una danza con la mía y la diosa interior comienza a asomarse para ver qué sucede, sabe a pasta de dientes y es algo que jamás entenderé, cómo es que hace eso, se lava los dientes antes de desayunar, es algo que a mí me resulta extraño y me hace querer preguntarle si la comida no le sabe mal. Se aparta de mí y quiero seguir pegada a él, mis brazos rodean su cintura y lo atraen hacia mi, vuelve a besarme y yo lo disfruto aún más. Es increíble lo mucho que hemos avanzado, ahora me deja tocarlo casi por completo, sin que se asuste o intente huir. Dice que mi tacto hace que algo en su interior se relaje pero a veces me asusta el hecho de en ocasiones aún puede resultarle difícil que toque ciertas partes de su dorso. Cuando por fin se separa de mi, corre a unos dos metros de lejos, para no tener que caer en mis encantos una vez más y así no le daremos otro espectáculo a la señora Jones, que bien lo ha aguantado todo este tiempo. Christian mira por encima de mi hombro para comprobar que como siempre, la señora Jones es discreta cuando montamos semejante espectáculo. Vuelve a mirarme y sonríe para darme a entender que es así, y yo hago una mueca porque siempre ha sido así. Giró por fin para ver qué nuestros platos ya están servidos y se sienta a mi lado, me gusta comer en la barra aunque Christian piensa que lo hago para no tener que estar lejos de él en la mesa, aunque quizá tenga razón pero no quiero darle la razón, no quiero que sepa que aún en esa corta distancia puedo sentir que está demasiado lejos, me gusta sentirlo cerca cuando desayunamos, aunque en la comida ha sido diferente pero lo que más me encanta es la cena; lo he convencido de que cenemos en la barra, aunque sea uno enfrente del otro, aunque él dice que es incomodo pero no pone pretextos, me quiere hacer feliz y ya lo soy. Por fin miro mi plato que está repleto de comida y sin decir nada más comienzo a comer como si muriera de hambre, aunque en realidad es lo que sucede. Veo por el rabillo de ojo lo feliz que hace esto a Christian, creo que este hombre desearía que tuviera un poco más de kilos pero eso no pasara, me gusta me figura delgada y comenzare a controlar esta hambre que estoy segura que no es más que psicológica.

50 sombras destrozadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora