Montañana rusa

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Mi cabeza es un torbellino, no logro que mi odio por Elena o mi amor por Christian desaparezcan por unos minutos, necesito paz y pensar bien en lo que acabo de oír.
Christian me había dicho que no hubo nadie más y yo como estupida le creí, por unos bellos momentos creí que estuvo solo y me hizo sentir mal por rehacer mi vida. Pero que equivocada estaba, volví a hacerme la ilusión, volví a caer como estupida en su juego, en su control. Soy una idiota.
Ni si quiera pude llegar a la cama, me senté en el piso a llorar. Me he de ver patética aquí tirada en el piso.
Mi mente trabaja a mil por hora, es tiempo de que despierte de mi sueño y regrese a la realidad, es momento de que me vaya.
Rápidamente me quito la camisa de Christian y la pongo en su cama no sin antes olerla, quedarme con su olor, con al menos ese recuerdo de él. Me pongo mi ropa que traía ya que es lo único que traje para acá, no tenía intención de quedarme pero tampoco de irme. Pensar que quería quedarme con él, estar con Christian una vez más y ahora me han devuelto a la realidad.
Me cepillo el cabello tranquilamente, estoy esperando a Christian. Trato de convencerme de que lo espero para no huir y dejar todo en claro pero mi corazón lo espera porque cree que debe haber una buena explicación de lo que dijo la señora Robinson, esa maldita mujer.

-¿Ana?- mi corazón de para por un instante- ¿Podemos hablar?-

Trato de decir que sí pero no sale palabra alguna de mi boca, me he quedado muda. Quiero gritarle, reclamarle lo mal que me hizo sentir por lo de David.

-¿De verdad hay algo que debamos hablar?- trato de no llorar- es tu vida Christian, puedes hacer lo que quieres con ella, con las sumisas, y hasta con tu señora Robinson- mi voz empieza a cortarse- a mí ya no me interesa-

Cuando veo que Christian está a nada de perder lo estribos y gritarme, mi teléfono suena, no veo el número ya que esta volteado pero mi sentimiento de culpa aparece una vez más, creo que quien me llama es David y mi corazón se rompe a pedazos, quizá ya sabe dónde estoy y habla para reclamarme o dejarme. Quizá regreso a buscarme y ahora no estoy en donde se supone que debo estar, quizá soy lo peor que le pudo haber pasado en su vida. Nunca debí crearle una ilusión y menos debí crearme una ilusión. Creer que podía amar alguien más fue mi más grande error.

  -¿Bueno?-

Mi miedo aumenta en la espera de que alguien conteste. Puedo ver cómo Christian está tenso y con la mandíbula apretada.

-Ana-
-Kate, que alegría que seas tú- los dos nos relajamos
-¿Esperabas otra llamada?-
-No, para nada-
-¿Dónde estás, Ana?-
-¿Qué?-
-Estoy en el departamento y no estás aquí, no está tu ropa y todo está muy limpio. ¿Te has regresado a New York?-
-¿Mi ropa no está? ¿Qué quieres decir?-
-No hay maletas. No hay nada en el armario. Todo te lo llevaste- no entiendo nada- ¿por qué?-
-Kate, es complicado-
-¿Sigues en Seattle?-
-Si-
-Con Christian- es más una afirmación que una pregunta
-Si-
-Ana....... Bien. Mañana me contarás todo. Mañana hay prueba de tu vestido de Dama. Te quiero aquí a las 12:00 pm o pasó por ti allá ¿qué prefieres?-
-Te veo en el departamento- puedo sentir la mirada de Christian siguiéndome por la habitación
-Bien, adiós-
-Adiós-

De alguna manera me siento más tranquila, estaba tan nerviosa cuando mi celular comenzó a sonar, mi conciencia me traicionó y sentía que si hubiese sido David, habría soltado toda la verdad, la verdad de que pasó y en dónde estoy. David no se merece esto que le estoy haciendo, pero perdí la batalla contra mi corazón cuando decidí estar con Christian una vez más.

  -Ana, cariño. Por favor dime algo-
-¿Mi ropa? ¿Mi maleta?-
- Ana-
-¡¿Dónde está?!-
-Aquí, en tu habitación-
-Esa ya no es mi habitación-
-Lo ha sido siempre, Ana-
-¿Con qué derecho has traído mis cosas?-
-Creía que te quedarías aquí-
-Lo iba a hacer, pero siempre es lo mismo contigo, tomas desiciones por mi, nunca te importa lo que yo tenga que decir-
-Eso no es cierto-
-Quiero irme-

50 sombras destrozadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora