1

11.9K 798 243
                                    

Llegamos a casa y estoy rogando para que mi mamá ya se haya ido al hospital, pero no, su auto está estacionado en la entrada de la casa y recuerdo que todo este mes pidió turnos por la noche para poder pasar tiempo conmigo.
¡Mierda!
No estoy preparada para hablar de toda esta porquería aún, así que pienso en un otra opción.

—Diana ¿Tus papás están en casa? —pregunto sin dejar de ver hacia mi casa con temor de que mi mamá nos vea.

—No, salieron muy temprano al trabajo.

—Si no te importa ¿Puedo quedarme hasta que mi mamá esté en el trabajo? —giro para verla, su rostro pasó de la furia a la tristeza.

Nosotras siempre hemos sido muy unidas, yo no la considero una simple mejor amiga, para mí es como una hermana, al igual que consideraba a Selena.

— ¡Claro que sí! —afirma mientras aprieta mi hombro— Sabes que es tu casa ¿Estarás bien verdad?

Niego rotundamente. ¿Cómo poder estar bien cuando el amor de tu vida te traiciona con una zorra que decía ser mi mejor amiga?

Nos dirigimos a su casa, que está a unas cuantas cuadras de la mía, pero siento que es el trayecto más largo. La verdad quería estar en mi cuarto, tenderme a llorar en mi cama pero aún no puedo ver a mi mamá. Me destruiría más volver a revivir todo, en estos momentos solo quiero olvidarme de este corazón que me pide a gritos auxilio y me siento tan enojada conmigo y con el mundo que no sé de qué forma sanarlo. La luz que había en él simplemente se apaga con cada minuto que pasa y la oscuridad asecha con llenarlo.

—Llegamos —Diana me interrumpe de mis negros y dolorosos pensamientos.

—Agradezco todo lo que estás haciendo por mí, de verdad no sé qué haría sin ti —digo apenas en un susurro, viendo hacia mis manos.

—Para eso estamos las verdaderas amigas ¿no? Ahora vamos que necesitas dormir un rato.

Salimos del auto y desde que dejamos la escuela mi celular ha estado sonando así que lo tuve que apagar. Que puta manera de terminar la secundaria, con mucha razón necesito saber si me aceptarán en la universidad y así poder salir de esta ciudad que me asfixia cada vez más.

Entramos a la casa de Diana, todo está en extremo silencio y eso de alguna manera me ayuda un poco.

—El cuarto está como siempre listo, pero imagino que no querrás quedarte allí.

Por un momento me pregunto si podré resistir entrar a ese cuarto donde solíamos pasar los fines de semana Selena, Diana y yo. Hacíamos pijamadas y solíamos hablar de las chicas creídas de la escuela y claro, también de los chicos que nos gustaban. Me pregunto si desde ese entonces a Selena ya le gustaba Henry.

—Está bien. Selena no puede quitarme eso también —contesto no tan segura de lo que he dicho.

Ella fuerza una sonrisa, seguida de un fuerte abrazo y nos dirigimos a nuestros respectivos cuartos.

Abro la puerta y es como si le echaran limón a mi herida, no puedo con esto, no puedo. Me siento en la entrada y miro a mi alrededor sintiendo tan mal. He derramado lágrimas que siento ya no poder, así que busco las fuerzas necesarias para entrar y poder dormir un rato.

Me siento en la cama y lo primero que veo son los tantos recuerdos que hemos compartidos, todos plasmados en fotos. Tomo una donde estamos Henry y yo, me aferro a ella con la esperanza de sentir menos dolor y tratar de dormir por un rato.

Conforme pasan las horas siento los ojos pesados y con un ardor terrible, cada vez me puedo resistir menos al sueño que me pide me entregue a él...

Dulce Devoción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora