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Mi corazón es destrozado con sus palabras, ella me está dejando ir. Está dejando ir por lo que un día tanto luchamos, le está diciendo adiós a todos los momentos inolvidables y todo por mi culpa. Arruiné nuestro amor desde el momento que interpuse mis sueños. Volví a destrozar su corazón y me merezco el maldito infierno por eso.

La determinación que reflejaron sus ojos es mi mayor tormento, son la prueba viviente de que su decisión es rotunda. Quizás se cansó de luchar por mí y ahora que lo veo todo perdido, puedo comprender lo que tantas veces me pidió, que fuera mi prioridad. Nunca me detuve a pensar que tenía razón y no es fácil aceptar que lo nuestro está perdido.

Ella fue la luz en mis días oscuros y sin ella en mi vida todo volverá a ser oscuridad, pero me lo tengo merecido por dar por hecho que ella dejaría todo por seguir mis sueños. En estos momentos simplemente es muy tarde para regresar el tiempo y hacer todo diferente. Fui testigo de cómo se aisló cuando fue lastimada por ese imbécil, lo culpé tanto por lo que había hecho y aquí estoy yo, haciendo lo mismo. Y no sé qué es peor para ella, si haber sido traicionada por quien pensó era el indicado o ser defraudada por quien sabe es el indicado.

Mientras salgo de su habitación, me siento vacío, siento que soy el ser más despreciable que existe sobre la faz de la tierra. En esa habitación quedaron palabras sin ser expresadas, sentimientos de rencor y de arrepentimiento en nuestras miradas, dos corazones y dos almas rotas. ¿Quién lo diría? Lo tenía todo y lo dejé ir.

— ¿Te vas? —me pregunta Caroline cuando mira que no me detengo en la sala de espera.

Todos me observan como si están viendo a un maldito fantasma, y quizás sea lo que ven, porque en este momento mi alma y mi corazón han abandonado mi cuerpo y todo lo que hay es un reflejo de lo que solía ser.

—Regresaré luego —contesto y no me detengo a esperar una respuesta por parte de ella.

Caroline es una gran amiga y es como una hermana para mí, pero si me detengo a esperar que diga algo o incluso que me alcance, será un maldito recordatorio de que posiblemente cometí un error. Desde que nos conocimos en Tacoma, todos estos años ha tratado de ser como la voz de mi conciencia.

En lugar de ir a quebrar todo lo que hay en mi apartamento, conduzco hasta un bar en la sexta avenida para ahogar mis penas. Tal vez no sea la idea más inteligente pero tampoco lo es estar en el apartamento sin ella, donde cada rincón y cada espacio me recuerdan su partida.

¿Por qué firmé el contrato? Es lo que me he preguntado desde que ella me dejó en ese aparcamiento bajo la helada nieve. Cuando la agencia observó el éxito que tuve en Milán no dudaron en que sería una fresca y jugosa oportunidad para ellos, pusieron ante mí lo maravilloso que sería para mi carrera, ya había conquistado las pasarelas de New York y según ellos, era hora de dar el gran salto. En un comienzo no estaba seguro, pero cuando hablaron del dinero no me quedó duda en aceptar, sabía que con esa cantidad podría pagar la mejor universidad en la que Rose quisiera estudiar, podríamos vivir nuestro sueño, pero fui tan idiota que me cegué por ellos y no me percaté que era mi sueño, no el de ella.

— ¿Qué te sirvo? —pregunta el bartender, un tipo no mayor de unos treinta con apariencia latina.

—Un whiskey en las rocas —le contesto y pierdo mi vista de su alcance.

"Lo siento tanto, Rose" es lo que repito una y otra vez en mi mente. "Fui un estúpido, un completo estúpido"

—Hey —dice él, interrumpiendo mis pensamientos—. Tu trago.

Observo el trago y lo tomo, éste escuece al pasar por mi garganta y el sabor amargo queda en mi boca.

La tenía en mis manos y la dejé ir, le hice daño. Jamás me lo perdonaré. En el pasado muchas chicas lloraron cuando se hacían ilusiones conmigo y yo las dejaba sin ver atrás, pero con ella todo es distinto y duele tan malditamente. Ella no se supera, porque no hay nadie ni nada que sea mejor que ella y fui tan imbécil como para no verlo antes.

Dulce Devoción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora