Dulce Devoción.

28

Me siento tan mal que Nick se haya ido de esa manera, cuando más me gustaría que estuviera a mi lado. El día ha pasado y no sé nada de él, lo peor del caso es que no tengo celular para llamarlo ya que ese imbécil lo desbarató, pero es obvio que, si él quisiera saber de mí, estaría aquí.

Nick ¿Dónde estás cuando más te necesito? Me pregunto una y otra vez como si me escuchará.

Quisiera salir y buscar a las chicas, pero aún no me siento preparada para salir de este apartamento, siento que me dará algún ataque de pánico si lo hago y eso me aterra. Aún lo veo todo cuando cierro mis ojos, los recuerdos vienen como flashes a mi mente y el llanto se une a ellos. La vida nunca te prepara para esto, y no creo que nadie alguna vez esté preparado.

Aunque el apartamento es grande siento que me asfixia estar aquí sola, por la tarde pasé haciendo tanto ejercicio que creía que iba a caer desmayada de la deshidratación, en esas horas logré despejar mi mente, pero luego todo volvió como un tornado, arrasando con la milésima tranquilidad que sentía.

Mi estómago está igual que mi corazón, triste y desganado, pero es casi las ocho de la noche y tengo que comer algo, por lo que salgo de la cama y me preparo una taza de leche con chocolate caliente, no almorcé nada y esto lo agradece mi estómago. Estoy terminando de preparar la leche cuando alguien llama a la puerta, me da una alegría de pensar que podría ser Nick, pero inmediatamente aparto esa idea porque obvio él conoce el código de seguridad y tiene llaves. Salgo de la cocina directo abrir la puerta para encontrarme con Derek.

—Hola —me saluda sonriendo tímidamente—. Espero que no tengas ningún problema en verme, solo necesitaba saber cómo estás.

No creo que encontraría otro amigo que incluso después que me expuso sus sentimientos y no correspondí como él merece, sigue preocupado por mí.

—Claro que no es ningún problema. Pasa adelante —le indico que pase y él lo hace, aunque lo noto súper incómodo.

— ¿Dónde está el chico modelo?

Para todos es obvio que él estaría conmigo, pero todos nos hemos equivocado.

—Está en una sesión de fotos, ya sabes, trabajo es trabajo. Siéntate —me siento como una vil mentirosa, pero prefiero decir una mentira en voz alta que una verdad en un susurro. Él toma asiento y yo me siento enfrente a él.

Hace una mueca de molestia.

— ¿Acaso no podía hacer una excepción y faltar por hoy?

—No —mi voz aún no mejora, no he hecho ningún esfuerzo desde que se fueron los policías, por lo que puedo hablar, aunque sea un poco.

—Que mal, tendría que haber estado contigo.

Yo solo medio sonrío porque por más que diga algo no justifica la actitud de Nick.

— ¿Cómo es que sabes adónde vivo?

—Me encontré a Diana en la universidad y ella me dio la dirección. Vaya... —dice mirando todo el apartamento—. El chico modelo sí que está bañado en dinero.

—No está bañado en dinero, simplemente ha hecho esfuerzos por tener lo mejor.

Aunque su tono de voz no es acusatorio el mío es a la defensiva, porque siempre he sido así cuando se trata de Nick.

— ¿Cómo estás? ¿Vino la policía? —pregunta volviendo a fijar su atención en mí.

—Sí, estuvieron aquí en la mañana.