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No me puedo creer que al fin llegó el trece de Noviembre y estoy cumpliendo diecinueve años. ¡Dios, cómo pasa el tiempo! Pareciera que fue ayer cuando Diana y yo jugábamos a vestir a las muñecas una vez que regresábamos de clase, cuando mi mamá me consentía en toda manera posible y nunca dejaba de decirme cuanto me quería, que, hasta el día de hoy, lo sigue haciendo.

Diana insistió en que tenía que ir al salón de belleza para que me maquillaran y arreglaran mi cabello, me porté un poco renuente, pero ya después me dejé consentir. Compré un vestido corto de color rojo, con bordado en la parte superior y con un fino fajón en color plateado, unos zapatos cerrados altos de un tono rojo un poco más oscuro que el vestido. Le pedí a la chica del salón que la pintura de labios hiciera juego con mi vestido y así lo hizo. Las chicas no han permitido que regrese al apartamento por nada del mundo, desde en la mañana sacaron las cosas que necesitaría y las llevaron a la residencia.

Nunca me hubiera imaginado que pasaría por todas las cosas que me han ocurrido hasta este momento, nunca hubiera imaginado que en Seattle encontraría al chico de mis sueños y que los dieciocho sería un año para recordar, porque, a como pasaron muchas cosas malas, las buenas las recompensaron. Muero de curiosidad por saber lo que me depara este nuevo año que estoy segura viviré al máximo.

Han pasado tres días desde que Nick se fue a Los Ángeles, tres días hablando por teléfono en las noches hasta que a uno de los dos le llegaba el sueño. No me siento la misma cuando estamos separados, es como si tomara algo de mí y se lo llevara con él y constantemente estoy pidiendo en voz baja que lo traiga de regreso. El comercial que está grabando es para la marca de Perfume de más renombre, Hugo Boss, y según me ha contado, todo ha ido muy bien. Él y la chica se han acoplado perfecto para transmitir lo que les pide el director.

Me llamó muy temprano para felicitarme y me prometió que llegará a tiempo para mi fiesta de cumpleaños, pero la hora se acerca y él aún no me ha llamado o me ha enviado un mensaje para decirme que ya ha salido de Los Ángeles, lo que me provoca mucha ansiedad y preocupación.

Para calmar un poco mi ansiedad, me quedo viendo la revista del mes que está sobre la mesa de noche de Diana, pero entonces, veo a la par de ella, el sobre; lo tomo y me digo a mi misma que lo tengo que abrir y lo habría hecho sino fuera porque Hailee me grita que ya está lista, sin ningún remedio, lo guardo en mi bolso para verlo cuando esté en el apartamento.

Mientras vamos de camino, intento llamar de nuevo a Nick, pero nada que contesta. A estas alturas, ya me estoy empezando a preocupar demasiado.

— ¿Todo bien? —me pregunta Hailee sin apartar la vista de la carretera.

—Nick no me contesta, no sé si ya salió su vuelo o no.

—Seguro te quiere dar una sorpresa.

— ¿Tú crees? —ella me ve por un momento y me sonríe como si fuera algo obvio.

—Claro. Nick no se perdería tu fiesta de cumpleaños.

Si, ella está en lo correcto. Él lo prometió y así lo hará, además ya no tiene ninguna sesión pendiente que lo retenga. Cuando Hailee toma una ruta que no es para nada la del apartamento, entrecierro mis ojos.

—Hailee, está no es la ruta para ir al apartamento.

—Es que no vamos al apartamento.

—Pero ustedes dijeron que allí seria la fiesta ¿no?

—Era para despistarte. Obvio que no haríamos tu fiesta en un apartamento.

— ¿Entonces?

—Ya lo verás.

Dulce Devoción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora