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Abro ampliamente mis ojos, me he quedado sin palabras, usualmente él me deja sin palabras, pero esta vez me ha sacado de orbita. De alguna manera no puedo creer lo que me está pidiendo, yo en realidad estoy empezando a vivir, con vivir me refiero a mi propio camino sin estar bajo el regazo de mi mamá.

— ¿Por qué lo piensas tanto? Solo di que sí.

—Nick, yo... no lo sé —confieso, se levanta de encima de mí y se sienta a un lado, yo hago lo mismo—. No creo estar lista para dar ese paso, es decir estoy en mi primer año de la universidad, apenas tengo dieciocho años no creo estar preparada para esto. Además, ya no será lo mismo, tú te aburrirás de verme a diario y la magia ya no estará, sentirás que he invadido tu espacio y quizás no te agrade eso, no sé lo que dirá mi mamá, este no es el mejor momento para una noticia así, no creo que sea correcto —no me di cuenta que estaba lanzando las manos al aire mientras hablaba.

— ¿Ya terminaste? —pregunta, pensé que estaría molesto ante mi negatividad, pero su tono no es de molestia, sino de cansado y eso me aterra más.

—Creo —susurro.

—Ahora tú escúchame. Es correcto cuando lo haces con la persona que amas, sabía que para ti sería una locura, pero yo no lo veo de esa forma. A tu edad, eres lo suficientemente madura y sabes que es lo que quieres de la vida y a donde te diriges. No eres una chica sin nada en el cerebro y eso fue lo que me encantó de ti, cuando me viste, no te dejaste llevar por el físico, porque al fin de cuentas es solo eso, físico, pero tú viste más allá de mí y, en ese momento supe que eras diferente, diferente en un nivel que no hay en este mundo.

—Pero... —pone su dedo en mi boca, por lo que me callo.

—No llevamos dos meses de relación, yo estoy completamente convencido que quiero que estés a mi lado. Volvemos a lo mismo, ¿Por qué siempre das por sentado lo que yo pueda sentir? Si te lo he pedido es porque es lo que quiero, lo iba hacer antes del tiempo que me pediste, pero por desgracia las cosas pasaron de distinta manera, aunque ya no lo veo tan trágico, ya que eso me hizo darme cuenta que eres todo para mí.

—No lo sé, no creo que le agrade a mi mamá —digo, mientras jugueteo nerviosa con una de las perlas de mi vestido.

—Tienes dieciocho años y dentro de poco cumplirás diecinueve, tiene que entenderte. Yo hablaré con ella de ser necesario. Di que sí, por favor.

Es muy lindo todo lo que me dicho y esta es una noche muy importante para mí, no pensé que asistiera al desfile y menos, bueno, jamás me imaginé que él me pediría que me viniera a vivir con él. Esto es una de las muestras que en silencio le pido, está demostrándome que poco a poco va superando el miedo al fracaso en una relación, que no somos como sus padres y que no todas las historias pueden acabar de igual manera.

No puedo negarme la felicidad de compartir nuestro amor por el miedo del qué dirán, desde que lo conocí me hace sentir viva y la llama entre nosotros no se puede apagar, puedo ir con él más allá de lo que alguna vez soñé y estoy convencida de que este amor me trajo de vuelta a la vida.

— ¿Qué pasa si no resulta cómo quieres? —pregunto con un poco de temor. Rogando internamente que diga lo que me gustaría escuchar. Dilo Nick.

—Quiero despertarme cada mañana y perderme en esos ojos azules, tan azules como el fondo del mar, quiero compartir cada momento del día que se nos esté permitido, quiero llegar a casa de un día cansado de trabajo y que seas tú la que me reciba y me diga que saldremos adelante, pero, sobre todo, quiero compartir cada noche contigo y ser el motivo de tus sueños. ¿Cómo podría no resultar lo que quiero?

Dulce Devoción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora