Lo que le dije a Derek era cierto, no pensaba asistir puntual a la clase de Johnson, así que tomé mi tiempo en arreglarme y me hice un desayuno bien cargado que normalmente no suelo tener. No gano probablemente nada con retarlo, pero no dejaré que piense que por su llamado de atención seré la primera en llegar a su clase.
Me tomo más tiempo de lo normal para salir del departamento, le envío un mensaje a Nick deseándole un excelente día, tomo mis cosas y cuando salgo a la calle dejo que el viento mañanero llene mis pulmones.
Es uno de esos días que deseas estar en una silla de playa con un buen libro y música para relajarse un poco. El cielo está de un azul hermoso y un brillante sol que da vida al día, para perder más tiempo decido que caminaré las pocas calles hasta la universidad, no soy amante de las caminatas, pero ser testigo de una mañana muy traficada de Seattle simplemente se siente bien.
A medida que camino observo como las cafeterías se empiezan a llenar con estudiantes universitarios y ejecutivos obteniendo una taza de café o fruta para comenzar el día, las tiendas empiezan abrir sus puertas, gente corriendo en las calles apresuradas para llegar a sus respectivos lugares y el vuelo de los pájaros me hace pensar que hay cosas tan bellas de las cuales nos perdemos porque no les préstamos atención a las cosas más pequeñas del día a día.
Cuando llego a la universidad doy los buenos días al guarda de seguridad y hago mi camino hasta mi sección, cuando veo el reloj de pared que hay en el pasillo, marca las ocho y treinta minutos, media hora pasada la hora de entrada.
—Entonces ¿Qué opinan de los personajes que impusieron la nueva era de la moda en los años noventa? —Johnson ya ha comenzado su clase y está preguntando a varios compañeros, cuando me ve en la puerta, levanta la manga de su impecable camisa para darle acceso a ver la hora en su reloj—. Creí que había sido claro la última vez.
—Usted dijo que no quería que llegará cinco minutos pasada su hora —me encojo de hombros.
Niega con su cabeza.
—No sé qué pretende al hacer esto, pero no tiene más derechos que sus compañeros. Lo siento, pero no va a entrar a mi clase.
¡Demonios!
—No puede negarme la entrada —chillo mientras él regresa a su escritorio. Eso definitivamente no lo veía venir.
—Es mi clase y yo hago lo que quiero así que no vas a entrar —sin embargo, ignoro lo que me dice y entro a la sección, me siento en mi lugar, Diana rueda los ojos y evita contacto visual conmigo—. Bien, entonces doy por impartida la clase y soy yo quien se va.
Todo el salón estalla en reclamos y le piden que no se vaya y me gritan que me salga y que vaya con mi circo a otro lado. ¿Desde cuándo me convertí en la nefasta de su clase? No pensé que tomará esa actitud. Johnson tiene su mirada fija en mí y pareciera que está por sacar chispas, me levanto y en grandes zancadas salgo de la sección.
Voy maldiciendo por todo el pasillo, llevando mi rostro y mis manos hacia el techo una y otra vez molesta a más no poder. Algo me golpea bruscamente y me hace perder el equilibro, provocando que casi caiga sentada. La niña que tengo en frente de mí, soba su cabeza.
—Oh, princesa, lo siento mucho —me agacho y pongo una mano en su cabeza—. No me fijé, en serio que lo siento mucho —estar a su nivel me hace ver esos ojos tan azules como los míos y su cabello negro hace un contraste precioso en ella.
—Eso sí que me dolió —sonríe y me hace recordar como lucia yo de pequeña—. Creo que deberías usar lentes o algo así, no puedes andar por ahí chocando con todos.
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Dulce Devoción.
Teen FictionSi hay algo que debemos aprender a cierta edad, es que la vida no tiene solo un tono de rosa y a Rosemary Smith le ha tocado aprenderlo de una manera nada sutil. Ella siempre ha sido una chica aplicada y soñadora, pero una traición de las personas m...