Se supone que por ser Domingo me despertaría muy tarde, con mucho esfuerzo logré dormir después de escuchar las incoherencias de un borracho, porque eso fueron, palabras que ni siquiera recordará haberlas dicho.
Son las seis de la mañana y decido levantarme para ver algo en la televisión, luego haré desayuno, lo suficiente por si Nick decide quedarse a desayunar, no es que lo desee, pero no quiero ser descortés si así lo decide, limpiaré el apartamento y trabajaremos el resto del día en el proyecto del profesor Johnson.
Una vez que ya está todo listo, me voy a bañar y me tomo algo de tiempo. Con mucho cuidado de no despertar a Caroline, —quien se escabulló en la cama de Diana en la madrugada—, entro a la habitación a recoger lo que me pondré, escojo algo cómodo: un overol corto, camiseta y deportivos, sacó mi ropa interior, desodorante, mi loción y me dirijo de nuevo al baño a vestirme.
Cuando salgo del cuarto pego un brinco al tener de frente a Nick y con torpeza se cae todo lo que llevo, haciéndome maldecir tan de mañana, me doy cuenta que últimamente mientras él está cerca es lo único que hago, maldecir constantemente.
—Lo siento, Rose —se disculpa al tiempo que se agacha a recoger las cosas, pero en cuanto veo mi ropa interior me agacho rápidamente manteniendo la distancia suficiente para no darnos un golpe.
— ¡Déjalo! Yo los recogeré.
Recojo todo rápidamente y luego nos enderezamos al mismo tiempo, estoy envuelta en mi toalla de baño con mi cabello mojado, y lo único que tengo para cubrir un poco mi pecho es mi ropa, por lo que, la uso como escudo. Nick me recorre con la mirada y de pronto siento como mi corazón se acelera y tengo la sensación como si caeré desmayada aquí, él se aclara la garganta y mira hacia otro lado como buscando algo.
—Lo siento, solo quería ver si Caroline estaba en tu cuarto —afirma, aunque su expresión no es para nada la de una lamentación, al contrario, luce un poco sonriente.
—Pues sí, está en mi cuarto aún dormida. Ahora si me permites, déjame pasar que por si no has notado, estoy en toalla y necesito vestirme.
Finalmente me vuelve a ver y efectivamente una sonrisa se dibuja en su rostro.
— ¿Siempre despiertas de mal humor?
—No tengo mal humor, a excepción de cuando estás cerca de mí —dicho esto, la pequeña sonrisa en su rostro desparece lentamente.
—Al menos me reconforta saber que tengo algún efecto en ti.
Sus palabras nuevamente me hacen sentir mal, nunca he sido así de odiosa y una vez más odio profundamente a Henry.
Nos observamos por un segundo hasta que yo rompo el contacto visual.
— ¿Me podrías dejar pasar por favor?
—Claro.
Se aparta y me dirijo al baño y escucho que dice en tono irónico.
—Cómo no notarlo.
Me giro hacia él para tener una idea a lo que se ha referido.
— ¿Perdón?
—Nada, Rose. No pierdas más tu tiempo.
Lo fulmino con la mirada y cierro de un portazo la puerta del baño. ¿A que se refería con lo de "cómo no notarlo"? Me pone tan enfadada tenerlo cerca, es tan arrogante tan, tan... Idiota, sí, un completo idiota, un idiota que, aunque me pudre la sola idea, acabo de darme cuenta que ese idiota está empezando a nublar mi mente cuando lo tengo cerca, pero que me nuble la mente no significa nada ¿no? Estoy descubriendo que es como los días en Seattle, nublados, él es mi nube negra y yo trato desesperadamente de ver el sol.
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Dulce Devoción.
Teen FictionSi hay algo que debemos aprender a cierta edad, es que la vida no tiene solo un tono de rosa y a Rosemary Smith le ha tocado aprenderlo de una manera nada sutil. Ella siempre ha sido una chica aplicada y soñadora, pero una traición de las personas m...