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Es completamente terrible cuando una persona que acabas de conocer invade tu mente de tal forma que no logras conciliar el sueño, eso fue justamente lo que me pasó durante toda la noche con ese chico que se cree el ultimo adonis de este mundo, no es que pensaba en él de una forma romántica. No, ni al caso, solo me sorprendió un poco el hecho de que es tan seguro de sí mismo, tan seguro de cada paso que daba, cuando caminaba era como si estuviera flotando en una nube celestial, lejos del alcance de cualquiera y, sinceramente nunca había conocido a un chico que sea así. Sin embargo, creo que debería acostumbrarme a eso porque he notado que así son los chicos de las grandes ciudades. Y después de esa larga noche, es aún más terrible cuando eres despertada muy temprano, —aún sin haber recuperado las horas de sueño—, por tu impaciente mejor amiga. Diana es peor que una alarma despertadora y puedo imaginar para que quiere despertarme con tanta prisa.

Ella continúa parloteando los porqués me debería de levantar, pero mis parpados pesan y aún no quiero dejar esta pequeña cama, que, a pesar de su tamaño, se ha vuelto tan cómoda durante los últimos días.

—Hey, sino te levantas en cinco minutos te echaré un vaso de agua helada.

—Ni se te ocurra, Diana —contesto con tono somnoliento mientras me estiro en la cama.

No soy muy madrugadora y detesto que me esté despertando de esta manera, cubro mi cabeza con la sabana y me acurruco a mi almohada.

—Lo haré sino levantas tu trasero de esa cama en cinco minutos —advierte una vez más, sin embargo, no contesto nada y trato de dormir unos minutos más—. Lo digo en serio, Rosemary Smith —dice jalándome de mis tobillos.

Resoplo y me descubro, furiosa de su curiosidad mañanera.

— ¡Está bien, está bien! Tú ganas —digo en tono resignado, me estiro y me siento en la cama con los pies cruzados, me recojo el cabello y me limpio los ojos—. ¿Por qué tanto interés en separarme de mi nueva mejor amiga?

—Porque tienes menos de una hora para alistarte y contarme que fue todo lo de anoche.

Ella se sienta en los pies de mi cama con su faceta de curiosa. Diana siempre ha sido tan curiosa que el dicho de "la curiosidad mató al gato" no significa nada para ella.

—No hay nada que contar, Diana. Nada de interés —digo en tono monótono para tratar de quitarle interés en el tema, pero ella no se detendrá hasta que consiga algo más de información.

—No me vengas con eso —dice haciendo un gesto de molestia—. Te conozco como la palma de mi mano, así que suelta.

—No me dejarás tranquila ¿cierto? —aunque sé que no lo hará tengo la mínima esperanza.

— ¡Obviamente, no! —exclama dejando en claro lo que ya sabía.

—¡Ash! A veces eres tan insoportable —aseguro, preparándome para sus siguientes comentarios que harán que pierda mi paciencia.

Sin más remedio, empiezo a contarle la pequeña discusión con Nick, ella escucha en silencio y solo interviene con unos asentamientos o unos "Oh, Dios". Incluso yo sonrío al recordar nuestros ingeniosos sobrenombres.

— ¡Oh mi Dios, lo sabía! —asegura al tiempo que he terminado de contarle todo─. Le gustaste, Rose —da pequeños saltos como haría una niña chiquita, yo frunzo mi ceño al ver su infantil reacción.

—Nah, simplemente le gusta molestar a chicas que cree se puede llevar a la cama —contesto muy segura de lo que he dicho, no lo conozco bien, pero se nota que él es así.

Dulce Devoción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora