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Sábado por la mañana, Diana y Hailee están haciendo sus maletas. Diana pasará el fin de semana con Calvin, Hailee pasará con su familia, Caroline aún sigue dormida y yo estoy al estilo Cenicienta, limpiando el apartamento para que mi mamá lo encuentre lo más presentable posible. Será el primer fin de semana que probablemente pasaré completamente sola en el dormitorio.

—Listo, Rose —dice Diana sacando su pequeña maleta—. Estaré aquí el Lunes por la mañana. Pensaba dejarte el auto por si querías salir, pero Calvin no podrá venir a recogerme.

Dejo de limpiar la mesa de la sala y camino hasta donde está ella.

—No te preocupes por eso, pasaré con mi mamá y mañana no tengo planeado salir.

—Sería bueno que fuéramos a ver unos autos, tal vez te decides con uno.

Sí, de hecho, ya necesito un auto, pero los gastos de la universidad que antes mi mamá no tenia, nos han desbalanceado un poco, así que sí quiero un auto, tendrá que ser en unos meses más.

—Sabes que no quiero recargar más a mamá. Ya hay suficientes gastos, quizás dentro de unos meses.

—O, podemos reunir entre las dos, limitar algunos gastos —sugiere como siempre con su generosidad.

Creo que las palabras terminadas en "dad" se crearon para ella; generosidad, curiosidad, terquedad. Claro, se tendría que hacer una regla para que la palabra "dramática" también entre en la lista.

—En serio no te preocupes por eso —le ofrezco una sonrisa, dejando de lado mi búsqueda de palabras terminadas en "dad", sin duda, Diana es la mejor amiga que se puede tener—. Es mejor que te vayas si no quieres perder tiempo con Calvin.

— ¡Sí! ¡Qué emoción, al fin lo veré! —hace un bailecito y mueve las manos como si estuviera batiendo algo—. Siento que ha pasado una eternidad desde la última vez que nos vimos.

—Querrás decir una semana —la corrijo y ella entrecierra sus ojos.

—Haré de cuenta y caso que no has dicho eso. Ha pasado una eternidad y punto.

— ¡Está bien, está bien! Lo que digas —levanto las manos en señal de rendición.

—Bueno, me voy. Me espera mi amado. Hasta el Lunes, baby ─me da un abrazo luego sale del apartamento y antes de cerrar la puerta dice—. Pórtate bien, nada de chicos en la habitación.

—Idiota —grito y cierra la puerta inmediatamente, cortando el sonido de sus carcajadas.

Niego con mi cabeza, sonriendo al ver la felicidad que le provoca pasar tiempo junto a Calvin. Regreso a la cocina para dejar todo en orden e irme alistar para recibir a mi mamá, pero soy detenida por Caroline quien viene saliendo de su habitación, tocando su frente y diciendo que su cabeza va a explotar.

— ¿Tienes aspirinas? —pregunta, dejándose caer en el sillón y recuesta su cabeza en la pared, claramente atormentada por el dolor de cabeza de tanta bebida y llegar hasta altas horas de la madrugada.

— ¡Buenos días, Caroline! Quizá si no te hubieses ido de fiesta anoche, estarías de mejor ánimo —comento en forma de burla.

—Cállate y dime si tienes o no aspirinas.

— ¡Uy, pero que educada! —me tira un cojín y no puedo evitar reírme del mal ajeno—. Iré por ellas.

—Eres mi salvadora —afirma arrastrando las palabras demostrando que ni siquiera quiere hablar.

Voy por las aspirinas y luego me dirijo a la cocina por un vaso de agua, me reúno con ella y le entrego las pastillas.

—Aquí tiene, señorita buen humor.

Dulce Devoción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora