#2. Primer día de clase

296 14 2
                                    


Capítulo 2

SOPHIE

A veces la mirada dice más que mil palabras. Es un dicho más que usado pero realmente tiene las palabras justas. A través de una mirada se puede saber muchas cosas que quizás una persona no quiera demostrar o que si quiere hacerlo pero de una manera más silenciosa. Mucha gente es capaz de mirar a los ojos sin vergüenza porque además los ojos se hicieron para mirar. Pero poca gente puede ver en realidad. Todos piensan que ver y mirar es lo mismo pero no lo es. Hay una pequeña diferencia que marca un peso importante. Admiraba a aquellas personas que sostenían su mirada con otra durante minutos porque yo no podía hacer lo mismo.

Esconder y esquivar la mirada son signos de que una persona es tímida y tiene vergüenza. Y esa era yo. Sobre todo cuando debía enfrentarme a gente que no conocía y debía mantener una conversación por obligación o preguntar algo que necesitaba saber. Como me estaba sucediendo en ese mismo instante.

Miré por una última vez el papel escrito entre mis manos y me resigné con un suspiro. No sabía dónde quedaba el salón de mi clase que me tocaba en ese momento. La idea de ser nueva creo que a nadie le ha gustado. Sin embargo, a mí se me complicaba más por mi personalidad tan callada y falta de confianza para hablar con extraños.

Me detuve en frente de la puerta, la cual estaba abierta y dejaba ver el interior del salón. Había un chico con una capucha algo grisácea mientras que una chica que llevaba un pelo rojizo miraba atenta lo que éste escribía en la pizarra. Ambos se percataron de mi presencia y él en seguida se sacó la capucha acomodando el poco pelo que tenía ya que era corto. Tenía una pequeña barba y sus ojos cafés oscuros se encontraron con los míos apenas volteó a mirarme. Corrí mi vista nuevamente al papel en mis manos para comenzar a leer la clase que había leído una quinientas veces.

― ¿Te podemos ayudar en algo? ―habló el chico aunque no lo miraba por estar leyendo.

―Hace unos veinte minutos estoy buscando la clase de Literatura y no puedo encontrar el salón y ya debería haber empezado ―hablé mirando el suelo menos a las personas que tenía en frente mío.

Sentí una pequeña risa, no burlona, de parte del chico. Extendió su mano para que le diera el papel y así lo hice.

―Debes ser nueva, ¿verdad? ―preguntó mientras leía.

Asentí como si pudiera tener un tercer ojo para verme hacer tal gesto.

―Ven, te llevaré al salón, sígueme.

Mis músculos se tensionaron un poco al oír sus palabras pero lo seguí. Estaba nerviosa porque estaba llegando a mi primera clase tarde además de que un chico apuesto, para mi criterio, me estaba ayudando a ubicarme en la nueva escuela.

Los pasillos se iban quedando vacíos a medida que caminábamos. Los estudiantes, quienes si sabían dónde ir, se dirigían a sus respectivas clases. De un momento a otro, casi choqué con la espalda de él ya que se había detenido. Suspiré y me felicité por ser precavida y frenar bien antes de hacer papelones el primer día de clase.

―Bien, aquí es ―mostró la puerta con el cartel de la asignatura―. Supongo que nos veremos después ya que yo también voy a teatro ―me mostró una sonrisa que terminó de cautivarme―. Por cierto, soy Aaron Rowland.

Extendió su mano y la estrechó con la mía.

―Sophie Brown ―sonreí encontrando mi mirada con la suya por tan sólo unos segundos.

Cuando creí que se iba a marchar, abrió la puerta y se adentró al salón mirándome para que lo siguiera. Dudosa, lo seguí y caminó hasta la profesora. La saludó efusivo y le dijo algunas palabras. Volteó a verme y me guiñó el ojo tocando mi hombro y se retiró del salón.

―Siento llegar tarde ―fueron mis primeras palabras y la profesora sonrió.

―Es el primer día de una escuela nueva, todo queda perdonado. Ahora sí, demos la bienvenida a Sophie Brown, nuestra nueva compañera ―se dirigió a la clase.

Sentí las miradas sobre mí y siempre había odiado ser el centro de atención. Rápidamente tomé un lugar vacío al final del salón y me dispuse a sacar uno de mis cuadernillos.

La clase transcurrió normal. Cada uno se presentó y ya algunos nombres me los había aprendido. Debíamos hacer un ensayo para la siguiente clase que teníamos sobre algún recuerdo que nos hiciera sonreír cuando lo necesitábamos. Me llamó la atención aquella temática ya que creí que empezaríamos con la lectura de uno de los tantos libros pero parecía que este año esta materia iba a ir más a un tema que me interesaba. Los sentimientos y las emociones. El gusto dulce y jugoso que había dejado la clase de hoy me daba ganas de saber qué es lo que me espera para todo el año.

El horario del almuerzo, como en todo colegio, es algo complicado. Cada uno ya tiene asignado su mesa con su grupo de amigos y otra vez me encontraba siendo la nueva. Vi al pasar por una de las mesas a Aaron y me reconoció ya que me saludó con la mano. Sonreí tímida y seguí con mi camino a la fila para obtener mi almuerzo.

―Con el paso del tiempo, verás que no es una buena comida ―dijo la colorada que anteriormente había visto con Aaron. Su cara mostró disgusto ante mi almuerzo y agarró sólo una botella de agua―. Soy Alisson, tu eres Sophie ¿verdad?

Asentí con la cabeza.

― ¿Quieres venir a comer con nosotros?

Asentí siguiéndola. Ella sonreía y saludaba a la gente que conocía en el camino.

―Mira a quién tenemos, Aaron ―dijo ella con una sonrisa tomando asiento.

― ¿Cómo ha ido la mañana? ―preguntó con su mirada en mí.

En pocas palabras, traté de describir todo lo que había sucedido mientras desviaba mis ojos en el almuerzo. No quería quedar antipática pero no era muy sociable y era algo que trataba de cambiar todos los días. No quería sonar grosera ni dar una mala imagen. Son las típicas preocupaciones de alguien que está en un nuevo lugar pero siempre mis nervios me jugaban una mala pasada. Mi pulso se aceleraba, mis manos sudaban con facilidad y hasta a veces temblaban cuando agarra los cubiertos. Ustedes pueden imaginar mi cara de preocupación al no saber si la comida llegaría a mi boca sin que se cayera nada.

Ellos seguían hablando de temas que yo no entendía muy bien pero trataban de incluirme a todo momento. Aaron trataba de alivianar mis nervios con su sonrisa y Alisson también lo hacía con su forma de ser. Supuse que ambos serían expertos en hacer sentir bien a una persona nueva ya que no lo hacían muy mal. Me habían contado que ellos también habían estado en ese lugar algunos años atrás y habían sido los primeros en incluirse mutuamente. Me pareció tierno pero Alisson lo cargaba ya que en aquel momento Aaron no era tan confiado como ahora.

―Deberías haberlo visto. Era un manojo de nervios y yo fui la primera en hablarle. Éramos los nuevos ¿y qué mejor equipo que ese? ―ella reía y él ocultaba su rostro entre sus manos.

―Seguro ahora empieza a decir las partes más vergonzosas ―su voz salió amortiguada por sus manos.

Reí con sinceridad por primera vez. No la estaba pasando mal y me hacían sentir cómoda.

―Demasiados recuerdos, volvamos a la realidad ―dijo cuando se destapó el rostro―. Debemos ir a treatro, ¿vamos?

Los tres nos levantamos y fuimos a la clase que nos tocaba. Esto era completamente nuevo para mí. 

Unknown World||H.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora