Capítulo 6
SOPHIE
Trataba de seguir con mi trabajo de hacer la escenografía pero Alisson no podía contener su risa. Terminé riendo por lo bajo y sentí algunas miradas sobre mí. Acomodé mi garganta y seguí pintando de color gris uno de los cartones que ya tenía un rol en mi mente.
―Debes soltarte, Amy ―le decía la profesora.
Había pasado una semana de los primeros ensayos. Amy, quien tenía uno de los papeles protagónicos, en el momento de interactuar con Aaron se bloqueaba totalmente. Por su comportamiento pude notar que sufría lo mismo que yo. Tenía vergüenza y la presión no la dejaba actuar. Me llamó la atención ya que se suponía que ella tenía práctica.
Una vez más dijo lo que decía su parte del guion pero le faltaba más entusiasmo a todo lo que debía actuar. Aaron no decía nada y miraba como su compañera trataba de esforzarse.
Por fuera, podía sentir un parecido con Amy. Era una chica tímida, de bajo perfil y usaba gafas, como yo. La única diferencia es que en algunos eventos yo usaba lentillas, pero no era mi parte favorita ya que eran molestas y, como todos saben, uno no se puede quedar dormido con ellas.
[...]
El silencio nuevamente me rodeaba y sólo las luces del escenario eran mi compañía para seguir con mi trabajo. Ya llevaba varias cosas hechas y la profesora había quedado maravillada con las mismas.
Estiré un poco mi cuerpo y caminé hasta el piano, el cual tenía uno de los libretos del musical. Tenía el nombre de Aaron. Se lo había olvidado y debía ensayar para mañana. Abrí la parte en la cual estaba marcada y era la escena que estuvieron practicando hoy donde Ren y Ariel están hablando y el auto es parte de la escenografía con un atardecer radiante. Podía imaginarme toda la escena. Limpié mis manos contra el delantal que usaba para pintar y afirmé mi agarre al reparto.
―Te traje algo ―comencé a leer el guion en voz alta como debía hacer Amy.
Imaginé hacer lo que decía la acotación. Hacía que sacaba un pequeño libro del auto que ya había terminado de hacer para la escenografía. Hice que saqué algo de él y se lo entregaba a Aaron. Me puse en el lugar donde debía estar Aaron, apoyado contra el auto y acomodé mi voz para simular hablar como hombre.
― ¿Una Biblia? ―reí a lo último por mi poco talento de copiar una voz masculina.
―No es cualquier Biblia. Es la mía. La tengo desde que tenía siete años ―volví a mi voz femenina y me apoyé en el auto haciendo de cuenta que Aaron caminaba mirando la Biblia―. Marqué unas páginas. Te puede ayudar contra el consejo municipal ―sonreí ya que lo decía la acotación.
Volví a hacer de Aaron y me posicioné donde se suponía que debía estar.
―Esto es genial. De verdad―dije con mi voz poco masculina.
Volví a posicionarme contra el auto para hacer de Ariel.
―Dijiste que algún día me ibas a besar ―hago de cuenta que nos miramos a los ojos mientras él asiente con la cabeza―. ¿Crees que podría ser hoy?
Cierro los ojos al sentir el imaginario tacto de su mano contra mi mejilla ya que se aproximaba el beso. Sin embargo, unos aplausos pausados me sacaron de mi doble actuación.
―Deberías de haber sido Ariel. Lo haces muy bien ―comentó Harry con una sonrisa desde bambalinas.
Sentí como mis mejillas se tornaban rojizas y trataba de cubrirlas con el libreto. No le respondí y me senté donde estaba anteriormente para seguir pintando.
―Deberías pensarlo o revelarte en alguna de las clases ―siguió hablando sin importar que yo le respondiera o no―. Debes tomar coraje. A veces hay que arriesgar para ganar.
Lo miré por un segundo. Estaba limpiando el piano con algo especial para que no se rayara.
― ¿Y qué pasa si pierdo?
―Al menos no tendrás la incertidumbre de qué hubiera pasado si lo hacías ―respondió con simpleza.
Sus palabras eran más que ciertas y más de una vez lo había pensado. Pero no tenía el suficiente coraje para hacerlo. Había entendido que le tenía miedo al rechazo ya que no podía lidiar con él. De chica, había sufrido bastante con él. Mis kilos de más y mi gran cuerpo habían sido las grandes excusas para ser rechazada y que mis compañeros de aula me cargaran. Y mis gafas eran el gran complemento para inventar nuevos apodos día a día.
Ahora era diferente.
Me había sometido a una dieta ya que mi salud corría riesgo. Estaba a unos pasos de ser diabética y mis estudios de sangre habían dado mal. Mi madre estaba preocupada y allí entendí todo. A los once años comencé a saber cómo comer y qué comer. Tenía la maldita genética de mi padre, quien tenía ojos verdes, pero yo no los había heredado. Sin embargo, la obesidad sí.
Eso era una parte de ser insegura misma. Nunca me iba a tildar como una chica de lindo cuerpo. Mi madre más de una vez me quiso llevar al psicólogo. Tuve noches largas y eternas entre lágrimas por mi cuerpo y mi desconformidad ante él. Luego de hacer unos años de dieta, mi salud había mejorado y había comenzado a hacer danzas. Mi cuerpo fue cambiando pero aun así, era insegura de mi misma.
― ¿Sophie? ¿Estás bien? ―su voz me sacó de mis pensamientos.
Asentí con la cabeza y aparté mi mirada ya que me había quedado mirándolo.
Me puse de pie y comencé a guardar mis cosas en mi bolso. Sentí su mirada de curiosidad sobre mí ya que solía irme más tarde.
― ¿Ya te vas? ―asentí―. ¿Tienes como ir a tu casa?
Me volteé para responder pero suspiré. Tenía diecisiete años y aún no sacaba el registro de conducir y mis padres se encargaban de llevarme a todos lados.
―Mi madre pasará por mí.
Sonrió con un brillo particular en los ojos y colocó el trapo con el que estaba limpiando sobre su hombro izquierdo.
―Bien, te acompaño hasta la entrada.
No dije nada y se apresuró en caminar a mi lado. Cuando llegamos a la entrada del teatro, se adelantó y me abrió la puerta. Ese gesto me llamó la atención ya que no todos los hombres lo hacen. La costumbre se perdió y los hombres con caballerosidad solo son posibles en los libros de literatura romántica.
Su perfume invadía mi pequeña burbuja personal y no me quejaba de aquello. Sus pasos eran más tranquilos ya que tenía piernas más largas que yo y se movía sin ninguna dificultad. Cuando nos encontrábamos llegando a la entrada principal pude ver el auto de mi madre. Sonrió al verme y le avisé a Harry. Una vez más, me abrió la puerta y nos quedamos parados uno frente al otro.
―Entonces, será hasta mañana ―dijo él mirándome.
Jugaba con mis dedos ya que sentía cierta tensión en el ambiente y mis pies querían ir corriendo al auto ya que no sabía qué hacer o qué decir. Él, experimentado en hacer experiencias sociales, besó mi mejilla. Y no fue uno de esos besos que sólo se apoya la mejilla contra la de la otra mejilla. Sus labios habían tocado mi mejilla.
Y para mí eso no era cualquier cosa.
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¡Perdón que tardé tanto! Tuve ciertos asuntos y también comencé ya con la escuela. Es mi último año entonces estamos con festejos y preparativos con mi curso. Espero que todas hayan comenzado bien su ciclo lectivo :) Y también espero que hayan disfrutado de este capítulo, en el cual digo algo muy personal. Lo que revela el personaje sobre su pasado es un tanto parecido a mí.
Las quiero, Tef
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Unknown World||H.S
Fanfiction"―No lo haré. Él rodó los ojos ante mis palabras. ―Eres el suplente y no practicaré contigo ―refuté mi decisión. Rió pero su sonrisa se borró al hablar conservando el brillo en sus ojos verdes. ―Sin embargo, lo necesitas. Ahora cállate y bésame...