#32. Cama Compartida

123 7 2
                                    

Capítulo 32

SOPHIE

Miré mis manos por segunda vez y luego jugaron nuevamente con el borde del vaso ya vacío. Traté de respirar profundo y controlar mis inmensas ganas de llorar. Se suponía que estaba en un evento muy importante para la madre de Ben y no debía estar de esa manera. Pero, ¿cómo alguien puede estar de otra manera si la persona que amas solo te ama cuando solo lo desea como si fuese un deseo o un entretenimiento?

Mis lágrimas corrían sin cesar y Ben trataba de tranquilizarme. Sin embargo, su tacto no hacía más que empeorar las cosas. Tomé distancia y él no entendía. Una y otra vez repetía mis palabras.

―Siempre estoy dándolo todo por ti y simplemente tú disfrutas de aquello. Tú no haces nada por mí ni por esta relación. Me importas en serio, Ben. Te quiero y aprecio de una manera especial.

Y había tenido la valentía de sonreír ante mis palabras y hacer que repita aquellas palabras por el simple hecho de que "nunca antes se lo habían dicho", lo cual ahora dudaba de que sea otra mentira más que se agregara a la lista.

―No quiero que te involucres tanto en mis problemas personales y ya te he involucrado demasiado.

Y era cierto que lo había visto llorar una y mil veces o simplemente sufrir una angustia sin algún motivo y yo había estado allí para contenerlo y apoyarlo en cualquier momento del día. Simplemente me importaba su bien estar y, hasta había momentos, que me importaba más su persona que la mía en sí.

A veces el amor nos enreda de tal manera que no vemos en que juego entramos. Un juego tóxico sin importar las consecuencias, sin importar los malestares que podríamos sufrir en nuestro futuro. Sin embargo, caemos en la cuenta tarde, una vez que lo dimos todo y quedamos sin fuerza para uno mismo. El amor, un sentimiento tan bueno como malo, tan tóxico como adictivo.

Pero, ¿de qué se trataba aquella situación? ¿Era amor? ¿O simplemente era yo quien daba amor y sólo recibía cariño en ciertas ocasiones?

Siempre había considerado que Ben era bueno en enredar a una persona y caramelizarla con sus palabras suaves y su actitud convincente a tal punto de aceptar todo lo que propusiese. Y así lo había hecho una vez más. Pidió perdón y le daría una nueva oportunidad.

Pero no veía mucho más que aquello que sucedía. Aquel histeriqueo tóxico, un juego adictivo que me movía cada célula de mi ser y disfrutaba esas sesiones de besos tan largos acompañadas por caricias que nunca había recibido ya que siempre aprendía de sus abrazos y su manera de querer. Porque nunca me habían querido de aquella manera y en cierto modo yo lo deseaba. Deseaba ese cariño hacia mi persona, esa pequeña atención que me daba, por más que a veces solo se trataba de segundos o minutos al día en comparación de lo que yo escuchaba de él las veinticuatro horas al día.

Se escuchaba una melodía suave desde el salón principal en donde se encontraba el resto de la música. Podía observar por la puerta quienes iban y venían cerca de la cocina. Tomé un sorbo de agua y limpié mi rostro con un pañuelo. Entre murmullos escuché aquella voz que no quería que me viera así. Incliné un poco más mi cuerpo y sin querer chocamos miradas.

Harry iba mascando chicle. Sus dedos jugaban con su labio inferior cuando captó mi mirada. Vestía un traje floreado y su pelo le asentaba de maravilla. Iba acompañado por un compañero que teníamos en el secundario. Tenía ansias de sentir qué colonia había elegido para la ocasión.

― ¿Qué haces aquí sola, Sophie? ―entró sonriente la madre de Ben.

Por su mirada brillosa, podía saber que había bebido un poco. Reí por ello y le dije que quería un poco de un lugar más calmo.

―Oh, vamos. Eres joven ―agarró una copa de la cocina y, dándome la espalda, la llenó con algo que no podía saber que era ―. Toma esto y diviértete mujer ―me guiñó el ojo y se fue.

Me quedé confundida por un par de segundos ante la actitud de la madre de Ben. Olí la bebida y el aroma de ananá llamó mi atención. Tomé un sorbo y no sabía nada mal pero al instante sentí el alcohol quemar mi garganta. Aquella bebida era más vodka que jugo de ananá. Tomé un sorbo más y caminé hacia al salón, el cual ahora era una pista de baile. Todos los invitados bailaban. Sentí una mirada y pude verlo una vez más. Tomé un sorbo más mientras no desconectaba mi mirada de la de él, hasta que terminé la copa y la deposité en una mesa.

Un calor corrió por todo mi cuerpo y sentía mi cara hervir de aquello. Sentí un poco de mareos pero luego la música comenzaba a viajar por mi cuerpo. Cada músculo deseaba bailar al compás de la música y mis ojos se cerraron para sentir esa sensación única. Dejé mi cuerpo libre y que se moviera con la canción que sonaba, como también dejé fluir mis brazos. No importaba si era la única que bailaba en la pista así o si todo el mundo me estaba mirando. Era un estado nuevo para mí y no me desagradaba. El alcohol estaba haciendo efecto en todo mi sistema.

Al abrir los ojos, vi su mirada verde nuevamente. Me fui acercando hacia él, quien ahora se encontraba solo, sin terceros de acompañantes. Seguí bailando mientras movía mi cabello tratando de ser sensual y bailar para él. Agarré su mano y lo acerqué a la pista hasta que comenzó a mover su cuerpo como lo estaba haciendo con el mío. Su mano se posó en mi cadera para acercarme hacia él. Su colonia era extravagante y mis sentidos, aumentados por el alcohol, se deleitaban con el aroma.

―Estás totalmente ebria ―susurró sobre mi oído.

Reí ante sus palabras tirando mi cabeza hacia atrás y subiendo los brazos para bailar con soltura.

―Sólo he tomado una copa ―susurré enredando mis manos detrás de su nuca.

Las luces hacían un efecto mágico y embriagador. La música sonaba como si fuera lo mejor de la noche y mi cuerpo disfrutaba segundo a segundo. La gente bailaba como si no hubiera un mañana y nosotros éramos parte de aquello.

Mi ser se enojó cuando comenzaron a pasar música lenta. Harry reía por mi actitud como si fuera una niña pequeña. Subí las escaleras y tomé la habitación para huéspedes. Me senté en la cama y sentía como seguía con algunos mareos.

"¿Dónde te has metido?" ―era Ben. Lo ignoré.

Al instante, vuelve a sonar mi celular.

"¿Quieres que vaya contigo?" ―ahora se trataba de Harry.

Le había dicho que sí pero me había invitado a ir a su cuarto de la casa de su tía. Pasó a buscarme por la habitación. Cuando llegamos a su lugar, tomé asiento en su cama y él se recostó. Sentía su mirada perdida en mí.

―Recuéstate conmigo ―dijo mientras palmeaba el lugar vacío que había.

Y lo hice. Sin embargo, una sábana separaba nuestros cuerpos.

―Intenta dormir ―susurró antes de caer en sus sueños más profundos.

Aquella noche no pasaría nada para recordar. Simplemente una cama compartida.


Unknown World||H.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora