Reencuentro

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Sentía los músculos tensos, en realidad todo su cuerpo lo estaba.

«Maldita reunión», pensó por enésima vez.

Tomó la casaca de cuero casi nueva que reposaba en su perchero respectivo, colocándosela en su escultural cuerpo. Al menos eso pensaba –aunque tampoco era mentira-.

Volvió a mirarse al espejo, acomodando hasta los cabellos finos que adornaban sus prominentes cejas. Quería que todo saliese bien esa noche, debía poderse jactar de una buena victoria en la cara de esa horrorosa mujer.

Las llaves de su auto reposaban en la mesita junto a la puerta, estas fueron guardadas en el bolsillo de la chaqueta que el coreano llevaba. Ferrari 458 Italia Black. Nada fuera de lo común.

Una vez cerrado su departamento bajó por el ascensor de brillantes botones al estacionamiento. Se acercó a su carro, presionando el botón que correspondía para desactivar el seguro de las puertas de este, provocando que las luces se encendieran por unos segundos luego de emitir una leve alarma.

Entró al vehículo, saliendo del edificio luego de saludar al portero con una ligera reverencia de cabeza. Condujo hasta la dirección que le había dado su supuesto esposo.

Bajó la luna polarizada del auto, mirando el edificio al cual había llegado. No parecía ser de una persona acomodada, pero tampoco era como si estuviese viendo un condominio en ruinas.
Marcó el número del chino, observando cada uno de los 5 pisos que la edificación mostraba, esperando una señal de él.

—¿Hola? ¿Quién habla? —una voz algo conocida se escuchó a través de la línea.

—Hola, Yixing. Soy Junmyeon —saludó.

—¡Oh! ¡Junmyeon! D-Disculpa, es que no tengo tu número registrado.

—No importa —aún se hacía audible como este murmuraba unas palabras—. Estoy abajo.

—Claro, voy bajando.

El castaño esperó unos minutos a que el contrario le diera el encuentro.

Vestía el conjunto que había sido comprado hace unos días, además que el dedo anular de su mano izquierda brillaba ligeramente en medio de la oscuridad de la calle.

—H-Hola —saludó nervioso.

—Hola —terminó de abrir la ventana, dejando su rostro completamente visible—. Entra por el otro lado —indicó.

El menor asintió rápidamente, rodeando el coche y abriendo con el brazo algo tembloroso la puerta del copiloto. Su mano primero había buscado la inexistente manilla de los inexistentes asientos de atrás, el dueño del auto alzó una ceja divertido cuando el contario se hallaba sobre el asiento color negro.

—Vámonos —anunció.

El camino fue silencioso, de vez en cuando el coreano preguntaba si había repasado las cartillas que le había escrito sobre los datos adicionales de su "matrimonio", este afirmaba casi al instante añadiendo también que había estudiado un poco las relaciones románticas a base de varias películas de ese género.

—Las puertas del infierno.

Un colegio de tamaño descomunal se apreciaba frente a ellos, este llevaba un cartel impreso con letras visibles a pesar de la noche.

Reencuentro "Década memorable".

Yixing se distrajo mirando la gran edificación, el contrario no tuvo más remedio que tomar su mano y tirar de él. De todos modos debía hacerlo, eran una pareja casada.

Injurias conyugalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora