Reunión

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—Asfalto, sube.

Junmyeon dio un par de palmaditas en su regazo para luego dejar libre el lugar indicado y permitir que el minino diera un salto y se acurrucara sobre sus piernas.

Retomó su trabajo en el computador, sintiendo el ronroneo del gato cada que bajaba su mano para acariciarlo aunque a veces tuviese que quitarse un par de pelos plomos de su mascota.

Últimamente el trabajo estaba siendo equivalente a un dolor de cabeza. Muchos proyectos y pocos practicantes, así que el peso de todos estos estaban siendo distribuidos a los más expertos y capacitados, entre ellos Junmyeon. No lo harían gratis, eso era cierto, pero era un cambio bastante irregular dentro de sus rutinas, sobretodo tratándose del coreano que casi no hacía nada en el trabajo como recompensa de años esmerándose en el mismo.

Estaba a punto de renegar más cuando el gato se bajó corriendo de sus piernas, haciendo sonar sus patitas al tener el paso apresurado. Se extrañó, pero su confusión no duró mucho ya que la puerta principal fue tocada repetidas veces.

—Hola, Junmyeon-sumbae.

Yixing estaba de pie al otro lado de la puerta, llevaba puesta la ropa comprada hace unos días. Una camisa blanca en la parte superior con una separación de una línea muy fina color negro para que el color predominante fuese amarillo, unos pantalones azul marino y una pequeña pulsera en la mano izquierda, justo en la misma que mostraba un resplandor en el dedo anular. El anillo de compromiso y el de matrimonio estaban en su lugar.

—Hola —respondió cortésmente— Pasa, por favor.

Esperó a que entrara al departamento para luego cerrar la puerta.

—Tenía miedo de que Chorong llegase antes —confesó, el coreano notó que tenía la respiración agitada.

—Seguro aún tiene esas costumbres de populares de llegar tarde —se encogió de hombros.

Una pequeña risa escapó de los labios ajenos— ¿Algo que debamos repasar?

—No lo sé, tal vez simple---

La puerta volvió a ser tocada y junto a ella los nervios de ambos se reactivaron.

—¿Tú crees que...?

—Deberías abrir para averiguarlo.

—No es mi departamento.

—Es nuestro departamento, ¿lo olvidas? —sonrió sarcástico.

—Es tú farsa —le devolvió el gesto.

Resignado arrastró los pies hasta la puerta de entrada, colocando su vista en la mirilla y asegurándose quiénes estaban del otro lado. Sehun y Chorong permanecían de pie allí.

Tomó la perilla luego de dirigirle una última mirada al pelinegro y finalmente girarla.

¡Junmyeon Oppa! —saludó efusiva la mujer de cabello largo— ¡Yixing-ah!

—Hola —su esposo con la misma emoción que la anterior ocasión.

Luego de intercambiar abrazos hipócritas, en opinión del dueño del lugar, procedieron a sentarse en los muebles que había en la sala. Obviamente se sentaron de a dos, cada quien con su respectiva pareja.

—¿Cómo han estado, chicos? —preguntó cruzando sus piernas y acomodándose en el mueble.

—Muy bien, ¿ustedes?

—Ah, pero no sean tan tímidos —replicó con una sonrisa de oreja a oreja.

El menor rio nervioso, jugando con sus dedos—. No tenemos mucho que decir —se tragó su nerviosismo como pudo—. Creo que la pasamos muy tranquilo cuando se trata de nuestra relación.

Injurias conyugalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora