Extra #2: Promesa

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- Hey, despierta.

El menor frunció el ceño volviendo a aplastar su rostro en el pecho ajeno y seguir roncando con ligereza susurrando algunos ya voy, aún no hay exámenes.

Junmyeon sonrió enternecido frente a las oraciones sin coherencia alguna de su pareja, apartándole los mechones negros desordenados del rostro marcado con algunas líneas correspondientes a la costuras de las colchas.

- Miau.

Pelusa se coló con un poco de dificultad entre ambos cuerpos, porque sí, el gato anaranjado ya no era del tamaño de la palma de Chanyeol, sino que cubría el rostro de este por completo cuando se hacía bolita allí y se quedaba dormido. Bueno, luego de un año era de esperarse que el minino creciera.

- Yixing, despierta – volvió a pellizcar sus mejillas.

- Sí, sí, sí, pero primero debes decirle a Junmyeon-sumbae – indicó bostezando.

Aguantando la risa le dejó un pequeño beso en la frente, desenvolviendo sus brazos que envolvían al torso ajeno. Observó el rostro del menor que con los labios entreabiertos de veía estúpidamente tierno, se sentía tan embobado como hace varios meses.

- Ya amaneció, chino hecho en China - exclamó sin gritar pero con la voz firme y fuerte.

- ¡Estoy despierto!

Se levantó de golpe, abriendo los ojos bastante e incorporándose con velocidad en el colchón.

- Yo intenté despertarte románticamente, pero parece que estabas muy cansado - declaró mientras se sentaba también.

- L-Lo siento, Junmyeon-sumbae - dijo apenado.

- No interesa.

Se levantó con una sonrisa dibujada en el rostro, sentándose esta vez al borde de la litera estando así más cerca del chino.

- Feliz aniversario, Yixing - le dejó un pequeño y corto beso.

- Feliz aniversario, Junmyeon-sumbae - sonrió con las mejillas rosadas y una sonrisa algo cohibida.

Había pasado un año desde el dramático evento en San Valentín, ese que conocemos muy bien por el exceso de drama y las lágrimas que se provocaron. A esas alturas no importaba mucho, solo que estaban juntos por ello.

- ¿Tienes que ir a trabajar? – preguntó haciendo un puchero.

- Esa era una de las sorpresas – señaló peinándole el cabello con sus dedos -; hoy puedo pasarla contigo.

El tiempo para estar juntos no siempre era el más largo, sobre todo por las largas jornadas que exigía la compañía en la que trabajaba el coreano, ya que en vacaciones el pelinegro iba al colegio a terminar sus papeleos o a veces a impartir clases para el ciclo de verano, sin embargo el mayor era el más ocupado. Llegaba cansadísimo para que el menor le diera ánimos para siquiera colocarse el pijama y comer un poco.

Yixing sonrió de oreja a oreja con los párpados pegándosele un poco aún. Se levantó junto a los mininos que estiraban sus patas y lengua achinando los ojos.

- ¿Qué quieres desayunar? – preguntó tomándole las manos para que pudiese tener estabilidad.

- El refrigerador – se rio por lo bajo.

Ninguno de los dos sabía cómo celebrar un año juntos, a pesar de ya llevar esos doce meses con la compañía ajena esa experiencia aún era bastante nueva.

Injurias conyugalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora