Deuda

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- Hola, YiFan.

Escuchó como la puerta se cerraba por su tras, también los pasos de los otros dos chicos que lo habían acompañado llegaron a sus oídos.

- Hola – Jongdae habló cordialmente - ¿Quién es él, Min?

- Buenas tardes – saludó el restante cerrando la puerta por su tras.

Yixing seguía parado frente a la entrada sin haber dicho nada más que el anterior saludo.

- ¿Quién es él, Yixing?

Junmyeon no era tonto, podía sentir una situación tensa en medio y además el gesto descompuesto del menor que había cambiado de feliz a una combinación extraña de triste y enojado.

- E-Era un amigo de la universidad – indicó en voz baja.

- Nos conocimos al inicio del primer ciclo, se declaró, comenzamos a salir y tres años después lo dejé porque no llenaba mis necesidades – explicó el más alto sin pizca de vergüenza.

El pelinegro tragó saliva mientras agachaba la mirada y asentía con la cabeza dándole la razón. Ahí fue cuando el coreano comprendió parte de la vida amorosa ruin del contrario; ese era el ex del que tanto lloriqueaba la noche en que se conocieron en un bar, por quien había entregado todo y no había recibido nada a cambio. Había más, podía notarlo en el ambiente y a juzgar por los gestos que mostraban Minseok y Yixing. No era tonto, tal vez uno de los más astutos de la habitación. Esperen, YiFan está allí.

- Y ya que hablamos de eso, noto que tienes un anillo en el dedo anular, mejor dicho dos; uno de compromiso y una alianza matrimonial – miró con cierta curiosidad aquel lugar -. Dime, Yixing, ¿con quién te casaste?

La misma astucia que el mayor sabía que tenía podía sentirla en ese hombre de altura pronunciada y cabellos rubios naturales. El de ojos rasgados tomó con la yema de sus dedos la manga del abrigo ajeno, tirando un poco de ella para intentar comunicarle la humillación que estaba punto de recibir; necesitaba ayuda.

- Conmigo, supongo que tú debes ser carente de afecto alguno que alguna vez comentó mi esposo.

Sonrió con esa expresión irónica y burlona al mismo tiempo que levantaba un poco la cabeza para notar que aquel sujeto de nacionalidad china obvia debía tener su mismo carácter.

- Felicitaciones, Yixing.

Oh, el menor sabía que ahora venía algo.

- Al fin conseguiste a alguien como tú que calzara en la desesperación y capricho de amarrarse a la condena matrimonial y por consiguiente huir de la amplia posibilidad de quedarte solo.

Ahí estaba, la manera tan cruda y directa en que el alto te decía la verdad, al menos la que quería creer y no dudaba en exponérselas a todos sin escatimar en lo que era correcto o no. Esas palabras le dolían, siempre lo habían lastimado y ahora debía volverlas a oír, odiaba dejar que sus ojos se llenaran de lágrimas lastimeras. Lo que no tenía en cuenta es que ahora tenía a Junmyeon.

- Y a decir verdad, por la manera en que te has presentado de improviso y la tranquilidad que manejas tú también conseguiste a alguien. No un matrimonio, claro que no, tu liberalismo y estándares estrictos para cualquier relación no desean eso – alzó una ceja -. Estás tan feliz con tu novio o novia que vienes a reclamar lo que el hombre común y avaricioso desea; dinero.

El aludido sonrió, él también sabía con quién trataba.

- Correcto, lamento decir que tu esposo me debe una suma razonable de dinero, pues su educación inacabada no fue gratis – se cruzó de brazos.

Injurias conyugalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora