Aprobación

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- No necesito de tus falsos modales ahora. Quiero que conversemos como dos adultos, Chaerin.

La nombrada terminó de cerrar la puerta de su oficina a la vez que su falsa sonrisa se desvanecía para dar con el verdadero gesto que había estado guardando para sí desde que Yixing pisó aquel edificio.

- ¿Falsos modales? – enarcó una ceja mientras caminaba hacia su escritorio celeste.

- ¿Crees que no me enteraría de los trabajos que le encargabas a Yixing? No quiero que finjas una buena actitud conmigo si a él lo tratabas como a cualquier cosa.

Era precisamente por lo que había ido al piso de la coreana. Finalmente estaba allí, listo para solucionar los asuntos sin concluir que tenía con ella, con su historia y con sus pasados sentimientos. Se proponía avanzar y no podía seguir arrastrando con la historia de Chaerin.

- Bueno, era obvio que lo harías, solo esperaba que no me dijeras nada – se encogió de hombros.

- De verdad pensé que eras mejor que eso, Chaerin – indicó cruzándose de brazos.

- Oh, vaya.

Apartó la mirada, girando su cabeza hacia la derecha y observando sus cuadros con fotos de su familia, cada uno alineado perfectamente con el siguiente.

- ¿Ahora soy yo peor? ¿Y qué hay del sujeto que inventó un matrimonio? ¿Lo conoces? La mayoría aquí dice que es un amargado – indicó alzando las cejas, retadora.

- Dije que conversemos como adultos, Chaerin – señaló.

- Fuiste tú el que empezó con todo el rollo moralista de ser mejor o peor.

Soltó una bocanada de aire, amarrando su cabello rubio en una cola alta.

- De cualquier modo viniste aquí por algo, mejor vayamos en orden y dejamos la discusión fuerte para los siguientes minutos – dijo acomodándose en su silla.

- ¿Por qué le hiciste eso a Yixing? Quisiera oírlo de ti.

Conocía la respuesta, al menos la más probable y acertada, pero como acababa de decir, quería escucharlo de los labios ajenos y saber que no se equivocaba, de todos modos casi nunca lo hacía. Chaerin se quedó en silencio, mirando en distintas direcciones y observando hasta sus uñas pintadas con barniz turquesa.

- Ya lo sabes.

- Quiero oírlo de ti.

Resopló, acomodándose un pequeño mechón de cabello que se le escapaba de la melena que había peinado hace unos instantes.

- Viniste con un esposo de la nada, sin si quiera concluir lo nuestro, ¿cómo querías que me sintiera? – frunció los labios.

- Ya no hay nuestro, Chaerin – negó con la cabeza.

- Responde – indicó -, ¿cómo querías que me sintiera? Incluso si ya no había nada entre nosotros hasta tú sabes que nunca tuvimos un cierre. ¿Cómo pretendías que le sonriera a Yixing si ni siquiera le habías contado de mí?

Se exaltó un poco, levantándose de la silla y alzando la voz un poco, no lo suficiente como para que la oyeran sus asistentes.

- Y me sentí una porquería, Junmyeon, porque tu esposo no sabía nada siquiera de tus relaciones pasadas, ¿qué acaso eso no es básico? – tensó la mandíbula -. Pero no, resultó que solo mentías.

El castaño apartó sus ojos sintiendo algo de culpa.
Chaerin tenía todo acumulado en la garganta, los pensamientos que había tenido cada que veía a ese par juntos, los reproches por hacer y hasta el resentimiento. Pero es que ya no podía gritarle al coreano por algo pasado, era absurdo. Sin embargo ella nunca logró controlar sus emociones como su superior, aún le quedaba mucho por aprender y por eso ahora exponía toda su frustración mientras se levantaba.

Injurias conyugalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora