Práctica

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Ya habían pasado diez días, las cosas no habían cambiado.

El trabajo de Junmyeon, la falta de trabajo de Yixing. Las bromas pesadas y las frustraciones. Las burlas y las faltas de respeto. La manera en que el chino se escurría en la cocina para comer aperitivos pensando que su mayor no se daba cuenta. Las horas aburridas en la oficina del castaño que hacían extrañar gritarle al menor. Y sobre todo Asfalto, quien movía su cola de un lado a otro echándose a dormir con su amo casi siempre, y de vez en cuando acurrucándose en las piernas del pelinegro cuando este se hallaba dormido en el mueble.

Oh, también era muy normal que Junmyeon tuviese a su inquilino contra la pared.

El menor tenía la espalda apoyada en el muro, con la respiración bastante agitada y errante, sus brazos descansando en los hombros ajenos, logrando así juntar sus dedos de manera nerviosa en la nuca ajena. Mientras, el coreano dejaba sus palmas apoyadas a cada lado de la cabeza de Yixing, saboreando cada milímetro que los labios contrarios le regalaban. Notando como los brazos ajenos temblaban alrededor de su cuello, causándole una pequeña sonrisa en la comisura de sus labios, culminando el beso.

- Sigues ruborizándote – añadió pellizcando su mejilla izquierda, la cual tenía una temperatura bastante elevada.

- L-Lo siento – pidió bajando la mirada.

- Tienes que controlar eso.

- Seguro.

Volvió a juntar sus labios, cortando el hilo de la conversación al igual que la distancia entre ellos. Dejó su tacto en los mofletes ajenos, logrando así guiarlo al levantar su cabeza ligeramente y teniendo un mejor ángulo.

El timbre sonó.

Ambos se separaron velozmente, Junmyeon retirando su mano de la pared y de la mejilla del menor, quien soltó el agarre que mantenía en el cuello contrario, dando unos pasos laterales para disimular un poco.

- D-Deberías abrir – susurró con los cachetes aún más rojos que antes.

- Eso estaba por hacer.

¿Cómo rayos había sucedido eso? Hace no menos de una semana solo compartían pequeños besos como práctica, porque te pones muy nervioso o tú siempre me tomas por sorpresa, hace dos semanas ni siquiera lo hacían, y ahora Yixing había estado acorralado entre un muro y el cuerpo del castaño. Su cabeza era un lío con todas las ideas atacando su cerebro y provocando cortocircuito en este. Debía hablar con Minseok, que este lo golpeara en la cara con la suela de su zapato o que lo abrazara y le dijera que todo estaría bien. Necesitaba a su mejor amigo para no sentirse tan confundido.

- ¿Se encuentra Yixing?

Esa voz conocida lo sacó de su lío interior, ¿acaso Minseok habías oído el llamado?

Caminó rápidamente hasta la entrada, asomando su cabeza a un lado del torso ajeno, sonriendo al encontrarse con aquel rostro que tanto esperaba ver.

- ¡Hola, Minseok! – saludó efusivamente corriendo a abrazarlo – Y, hola, Jongdae – saludó al restante entre confundido y feliz.

- Hola, Yixing – levantó una mano para hacer el ademán correspondiente a lo dicho para luego repetir el mismo gesto que el chino tuvo con su amigo.

El menor se acercó al oído del dueño del apartamento, susurrándole.

- ¿Puedo tenerlos aquí? No será mucho – sonrió de la mejor manera, intentando hasta que sus ojos brillasen.

Injurias conyugalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora