Oficina

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Junmyeon sonrió de oreja a oreja, aguantando las groserías que tenía ganas de escupirle en la cara a esa bruja que buscaba en su bolso de marca renombrada y cuero hecho con animales inocentes su teléfono para mostrarles unas fotos de su boda con Sehun que recientemente encontró.

- Fue una bellísima y refinada recepción, ¡la ceremonia! La ceremonia... Fue todo un encanto, todos mis familiares elogiaron la organización que hicieron mis diseñadores – explicó mostrando un brillo peculiar en los ojos.

Yixing también se sentía terriblemente asfixiado con el aura intensamente feliz y en busca de envidia perteneciente a la mujer, que presumía una y otra vez lo hermosa que fue su boda con el coreano. Y no era solo eso, sino que también había interrumpido su mañana llegando antes de lo previsto. Había tenido que cambiarse velozmente luego de que Junmyeon volviese a la habitación con el rostro pálido, informándole quién tocaba el timbre repetidamente a esas horas. Ni siquiera había podido tender la cama, pues su mayor prioridad habría sido colocarse algo de ropa para recibir a esa mujerzuela.

- ¿Lo recuerdas, Sehun? El pastel y la comida estaban deliciosos, además que tus padres fueron muy agradables – se abrazó al hombro del nombrado, quien mantenía una expresión neutral.

- Sí – asintió con la cabeza.

- ¿Ustedes no tienen fotos de su boda?

Oh, sí que estaban jodidos.

El chino intentó hablar, pero las pocas palabras que salían de sus labios no tenían orden ni sentido lógico alguno. ¿Ahora qué diría? No habían respaldado eso, de todas las cosas que había planeado con su mayor, desde la pedida de mano hasta su primer apartamento, no se preocuparon en algo tan básico y simple como las pruebas de su matrimonio, al menos una que no fuese verbal. Ese tipo de detalles comenzaban a escapárseles de manera alarmantemente regular.

- No recuerdo dónde las dejé – pensó el castaño encubriendo todo con mentiras, como siempre – Creo que Yixing las guardó en alguna caja dentro del armario, pero sería muy trabajoso buscarlas, ¿no crees?

Todo hubiese salido bien de haberse tratado de una persona normal, una chica que entendiese lo despistado que cualquier ser humano pudiese ser al guardar un preciado recuerdo en un lugar muy poco usado, pero no, se trataba de Oh ChoRong.

- ¿En serio? ¿Ni siquiera enmarcaron una? Que desperdicio – negó con la cabeza - ¿La ceremonia salió mal? ¿La decoración? ¿Las flores? ¿El banquete? ¡No me digan que...! ¿La vestimenta? – bombardeó con preguntas – No es raro que se sientan avergonzados por una boda mediocre o---

- ChoRong.

El menor de todos los presentes incrementó el tono de su voz, haciéndolo lo suficientemente firme para interrumpir a la mujer pero sin gritarle ni faltarle el respeto. Presionó su mandíbula con fuerza, acomodando sus cabellos y mejorando su postura al lado de su esposo.

- Nuestra boda no fue mediocre, vulgar o como quieras calificarla – empezó -. Únicamente no sé dónde dejé las fotos, cualquier persona sería capaz de entenderlo.

- Tienes razón, tienes razón – comenzó a reír a pesar del ambiente tenso que comenzaba a expandirse por toda la cocina -. Podemos esperar a que busquen las fotos, así vemos ambas bodas, ¡sería genial!

No solo evitaba la posibilidad de una pelea, sino que también lograba ser en extremo pesada con aquella sonrisa de típica popular al decirle a la chica marginada del curso que está gorda.

<< Bien jugado >>, pensó Junmyeon.

- Ahora no tenemos tiempo, lo lamento – explicó.

Injurias conyugalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora