Rutina

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- ¿A quién llamas?

- A Yixing, así que procura no decir bromas sobre su situación con Junmyeon.

Minseok miró amenazante a su compañero de apartamento, alzando su dedo índice con autoridad para que se callara y evitara burlarse en voz alta.

El timbre de espera comenzaba a desesperarlo, pues ya pasaba de las siete repeticiones.

- Tal vez no contesta porque es tarde, deberías considerar que son las doce de la noche – señaló.

- Pero, Yixing siempre me responde, podría estar muriendo en el suelo desangrado o un camión podría haberme atropellado ¡y él no contesta! – se exasperó.

Era cierto, cumpliendo su papel de mejor amigo, el chino solo necesitaba leer el nombre del mayor en una llamada para contestar a los pocos segundos, inclusive si dormía el tono que llevaba su celular para las llamadas de su amigo lo despertaban, era como si su cerebro estuviese programado para ello. Sin embargo en esta ocasión no respondía.

- Pero ese no es el caso, no estás desangrándote, no te han atropellado y probablemente a él se le haya acabado la batería del celular.

- Pero---

- Cálmate, Min.

- De acuerdo – sollozó.

Pero ese tampoco era el caso.

Yixing se sostuvo de los hombros ajenos, tomando aire con las mejillas bastante coloradas y el cabello desordenado, no era distinto a Junmyeon, quien tenía la melena dirigida hacia distintas direcciones y también tenía la respiración irregular.

- A-Ah, d-debe ser Mi-Minseok – habló entre gemidos.

- ¿Por qué te llama... tan... tarde? – pasó su nariz por el cuello ajeno.

- E-Es mi mejor a-amigo, d-debe te-tener sus razones.

Apretó los labios con fuerza cuando ya no logró aguantar los espasmos que causaban las estocadas del contrario. Hizo mejor su agarre, enrollando sus manos alrededor del cuello del castaño, liberándose un poco al dejar escapar varios gemidos.

- Lo llamas... luego – habló entrecortadamente.

- S-Seguro, Ju-Junmyeon-sumbae – jadeó.

Procedió a besar a su mayor, acallando varios de los sonidos vergonzosos que dejaba salir. Movió sus caderas para aumentar la sensación de las embestidas del coreano, sintiendo una corriente de electricidad recorrerle toda la espina dorsal y causando como impulso que arqueara su espalda.

Con posesividad el mayor tomó los muslos ajenos, sosteniéndolos para poder levantarlos, logrando tener mejor acceso a la entrada del chino, dejando sus piernas flexionadas y elevadas. Gracias a esta comodidad aumentó la velocidad de sus golpes al interior de Yixing.

La semana había transcurrido así. La mañana empezaba con los saludos bastante somnolientos, una ducha de uno o ambos chicos, luego la tarde el chino la pasaba con la compañía de Asfalto, buscando por internet siquiera una oferta de mesero como trabajo de medio tiempo, detestaba no hacer nada por la vida. Por su parte Junmyeon pasaba horas y horas en su oficina, fingiendo trabajar o hacer algo productivo por la organización a la que pertenecía; lo típico de un líder empresarial. Finalmente se reunían en la noche, cenaban si hacía falta o conversaban un poco antes de comenzar con los besos nada recatados, las caricias ansiosas y los estímulos esperados que finalmente terminaban con ambos jóvenes entre las sábanas luego de una larga sesión buscando liberar su deseo.
Todo culminaba al momento en que Yixing soltaba un último gemido, liberándose entre ambos abdómenes, arrugando y tirando de una sábana o repasando las marcas que dejaba en la espalda del castaño. Junmyeon terminaba en el interior del chino, sosteniendo las caderas o cintura ajena, encargándose de llenarlo con su esencia. Recuperaba el aliento apoyandosu frente en la del chino, quien temblaba por las sensaciones conseguidas, como lo hacía ahora mismo.

Injurias conyugalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora