Noche

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Eran ya las diez de la noche y Yixing no llegaba.

Pudo haberlo llamado, eso sería lo más lógico, sin embargo decidió no hacerlo pues de todos modos estaba en la casa de Minseok, debía darle tiempo con su mejor amigo y además, con él mismo.

Aunque eso no quitaba que no dejara de pasar cerca de la puerta principal cada cinco minutos, entre preocupado y ansioso, esperando que el menor ingresara pronto con esa sonrisa tan familiar adornada con ese hoyuelo tan dulce. Pelusa también había estado esperándolo, aunque desde hace unas horas se había quedado dormido al costado de la entrada. Incluso Asfalto acompañaba a su dueño, clavando sus ojos en la puerta, moviendo sus orejas en distintas direcciones.

Al cabo de unos minutos después de la hora ya mencionada el minino a su costado detuvo el movimiento de sus orejas. Ni siquiera lo dudó; abrió la puerta.

Fue uno de esos momentos en que ya nada tiene sonido, solo escuchas los latidos acelerados de tu corazón y a la vez cómo respiras, lo demás parece avanzar como si tú no existieras, siendo casi un espectador inexistente. Casi como una película, cuando al personaje principal lo aceptan en la universidad de sus sueños y salta de alegría en cámara lenta o cuando la terrible llamada de que su novia perdió la vida y todo el mundo se detiene para dejarlo llorar en paz.

Junmyeon observó helado a Yixing, quien tenía sus brazos rodeando el cuello de YiFan, tal y como acostumbraba hacer con él. Sus ojos fueron a parar en el beso, ese en el que sus recientes sentimientos se quebraron.

Luego todo volvió a reanudarse.

Tomó la manga de la polera del menor, tirando de ella con fuerza y logrando romper el beso junto al agarre que el rubio mantenía en la cintura ajena.

- Gracias por entretenerlo hoy, pero se hace tarde y Yixing debe pasar – atajó con la voz seria y un aura oscura -. Buenas noches.

Cerró la puerta de golpe, con ese característico sonido sordo. Soltó con brusquedad la ropa del pelinegro, aún con la respiración agitada y a pocos centímetros de la puerta.

Junmyeon tenía que dejar de esconder sus sentimientos, empezar a decir las cosas y dejar de mandar a Yixing a dormir como si fuera un niño.

- ¿Quieres algo con YiFan?

Le costaba pronunciar cada palabra.

- N-No – negó el menor con la cabeza.

- ¿Entonces qué fue eso? – habló con el ceño fruncido.

- S-Solo e-estaba probando algo – sus piernas temblaban.

- De acuerdo – asintió con la cabeza -. Si ya terminaste con tus experimentos...

No terminó la frase, caminó en dirección a la habitación, dejando al chino con el corazón en la garganta y con los ojos aguados. Regresó unos pocos segundos después, con un paso veloz y la pijama ajena, junto a sus pantuflas y un saco color café bastante desteñido.

- Puedes largarte – completó su anterior frase mientras empujaba todas las prendas contra el cuerpo ajeno, entregándoselas con enojo creciente.

Sostuvo sus pertenencias con los dedos temblorosos, empezando a llorar. ¿Por qué no tenía la fuerza para explicar todo?

- Pero---

- ¡No quiero verte! – finalmente gritó.

Volvió a tomar la ropa ajena, abriendo la puerta y tirándolas afuera con la rabia que ya no se acumulaba en su garganta, sino que ya circulaba por su sangre.

Injurias conyugalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora