Examen

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Yixing estuvo leyendo sin parar las últimas dos semanas, tenía apenas ese tiempo para prepararse, no podía dejar ir la oportunidad de tener su título.

Como ya sabemos, Junmyeon había hablado con el decano de la universidad a la que el chino asistió cerca de noviembre, canceló las deudas que este tenía y luego de mencionar un par de veces la gran influencia que tenía le permitieron al pelinegro rendir ese examen, sin muchos papeleos y todo con suma rapidez. A Kim Junmyeon no se le debe hacer esperar.

El problema con esto era que debía dar la prueba en enero, el lunes nueve para ser específicos, de lo contrario debía esperar al siguiente ciclo para que su nota sea procesada con la del resto del alumnado, sistema que ni siquiera el coreano pudo cambiar. Y tampoco es como si él hubiese sido notificado con tiempo, pues la mayor autoridad en el campus olvidó darle esa información ya que estaba de vacaciones por fiestas. Oh, el coreano estuvo a poco de pagar para que lo asesinaran.

Junmyeon había intentado lograr que los profesores de las materias que vendrían incluidas en el examen le pudiesen algún tipo de repaso al menor, y aunque lo intentó mucho esos catedráticos ya tenían un horario bastante ajustado que no podían ajustarse a las necesidades ajenas. No le quedó de otra al pelinegro que estudiar por sí mismo.

- Yo puedo ayudarte – se ofreció el castaño cuando vio al contrario cargar con sus libros de universidad que finalmente encontró entre sus pertenencias guardadas en cajas.

- No tienes tiempo, Junmyeon-sumbae, - le indicó angustiado – yo puedo hacerlo por mi cuenta.

Y eso fue cierto a medias, porque Yixing si bien comprendía la teoría bien a veces al momento de ponerla en práctica fallaba, a veces le faltaba desarrollar sus fundamentes o simplemente se distraía comiendo lo que hubiese dentro del refrigerador.

El dueño del apartamento no tardó en notarlo cuando pasó por la cocina deseando un café y sintió al pelinegro frustrado, había perdido la rutina al estudiar, se le estaba haciendo complicado. Había tenido unas vacaciones accidentales muy largas.

- ¿Qué no necesitabas ayuda? – bufó.

Tomó una banca de las que había alrededor, acercándola hasta donde estaba el contrario y sentándose, observando los libros de pasta gruesa que el contrario debía estudiar, dando sorbos a su taza de vez en cuando.

- Está fácil – comentó mientras pasaba las hojas como si de una revista se tratase.

- ¿Fácil? – preguntó indignado – No ayudas con eso, Junmyeon-sumbae.

Estaba bastante estresado, no era malo con los estudios, solo que a su cerebro en el peor momento decidió ya no recibir más información o siquiera refrescar la de hace unos años.

- ¿Entonces me dejarás ayudarte? – cuestionó levantando una ceja.

- Por favor, Junmyeon-sumbae – sollozó asintiendo con la cabeza, dejando caer esta en el hombro ajeno.

- De acuerdo, empecemos.

Ya que el chino se la había pasado estudiando por su cuenta los primeros tres días de enero solo les quedaban unos seis.

El primer día bajo la tutoría de Kim Junmyeon fue en la oficina, se llevó al menor al trabajo para observarlo mientras estudiaba para que cuando este tuviese alguna duda solo necesitase acercarse a decirla. El castaño de paso aceleraba un poco el ritmo de su trabajo para tener los siguientes días libres y dedicarse únicamente a enseñarle.

Fue para el segundo día que permanecieron en la comodidad del apartamento donde el mayor se encargaba de exponerle conceptos básicos de cada área, haciendo preguntas cada tanto para que el contrario pudiese seguir su ritmo.

Injurias conyugalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora