Cemento

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Cuando Yixing recibió el mensaje de texto de parte de Junmyeon se desconcertó muchísimo. Primero porque nunca le había dado su número de celular a pesar de haberse visto varias veces y segundo, porque los mensajes que se pagaban con crédito móvil era un modo de comunicación en desuso desde la llegada de las aplicaciones para mensajes gratis con solo la necesidad de internet. Algo no encajaba ahí.

Él tampoco tenía registrado el número del coreano por irrelevancias del destino, pero entendió quién era el remitente con solo leer las palabras en el texto.

"Tenemos asuntos pendientes, Yixing.
Tengo tiempo después de las tres de la tarde, así que preséntate sin demoras.
No olvides traerme el dinero que me debes de la curita.

Atte. Kim Junmyeon"

Ah, cierto, también tenía su nombre reluciendo al final de lo escrito.

Tomó la mochila que reposaba en una de las patas correspondientes a la mesa decorativa en medio de la sala de Minseok, colgándola en su hombro derecho rápidamente.

—Hey, ¿a dónde vas? —interrumpió el mayor con una espátula de plástico color negro en la mano.

—Debo encontrarme con Junmyeon —explicó— Dijo que esté en su apartamento a las tres y son... —revisó su teléfono— las dos y media, así que debo apresurarme si quiero llegar.

El mayor achicó sus ojos de por sí grandes.

—Pero puedo pagarte un taxi —ofreció haciendo un puchero.

—No es necesario, no quiero que gastes dinero y además no quiero interrumpir los asuntos entre tu amigo y tú —resaltó la antepenúltima palabra.

Para esta referencia había que retroceder varias semanas, cuando a Yixing le habían roto el corazón y su mejor amigo le ofreció consolarlo cuanto quisiese. Entre llanto y llanto las botellas de vino se acabaron y terminaron ocupando por completo un mueble de dos personas, así que decidieron, con el poco sentido de responsabilidad que tienen dos ebrios, ir a un bar lujoso. Los corazones rotos merecen olvidar todo con bebidas elegantes, alegó el de mejillas regordetas al indicar la dirección al taxista.

La parte del chino ya era conocida. Consumió mucho más alcohol del que ya tenía en el sistema, lloró, le gritó a un desconocido, volvió a llorar, se fue a la cama con el mismo extraño para despertar al día siguiente en un departamento lujoso y finalmente recibir una propuesta de matrimonio falsa. Lo normal.

Lo que el rubio –en ese entonces- descubrió por la tarde del día siguiente fue que Minseok había pasado su misma suerte. Otro sujeto lo había llevado consigo a bailar al centro de la pista del local, con la adrenalina subida por las bebidas ingeridas el coreano había dado el primer paso probando los labios ajenos para después devorárselos mutuamente. Al día siguiente había despertado entre las sábanas solo, con el cabello desordenado y un dolor de cabeza terrible. Estaba bien que Yixing y él sean mejores amigos, sin embargo esa coincidencia era algo extraña.

Pero a diferencia de lo sucedido con el menor, tuvo un mejor "Buenos días".
Jongdae, el nombre del chico con el que había tenido sexo la noche anterior, le ofreció una taza con té y unos panes con queso fundido, todo colocado en una bandeja. Le explicó lo sucedido, o bueno, dentro de lo que podía expresar con palabras. Además Minseok tenía algunos recuerdos del transcurrir sobre el colchón, recuerdos que sus caderas también conservaban.

Se disculpó mil veces pero Jongdae solo sonreía ante el nerviosismo ajeno, él no había estado bajo los efectos del alcohol y realmente no lamentaba haberse acercado al contrario en el bar. Le dio tiempo para que se cambiase, ya que no llevaba nada puesto, y lo acompañó a su vivienda, hasta le había pedido su número.
Desde aquel día no había dejado de escribirle, de aludir lo hermoso que era y mil halagos más. Supuestamente solo lo habían dejado como una amistad, sin embargo Jongdae no se rendía fácilmente. Entre comentario y comentario le informó que estaba buscando nuevo departamento ya que había querido mudarse de la zona en la que vivía desde hace meses, y Minseok no era un santo para decirle que él tenía espacio para al menos tres personas más.

Injurias conyugalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora