Capítulo 9

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Al igual que Memo, ella tenía cierto prestigio dentro del mundo del deporte. Tenía un conocimiento muy superficial de aquel mundo, pero uno de los asistentes a la fiesta amablemente le puso al corriente en cuanto a Dulce.

Había ganado nueve medallas olímpicas en el transcurso de las dos últimas olimpiadas, habiendo ganado su primera medalla de oro con tan sólo dieciséis años.

Después de haber anunciado su retirada, Dulce había canalizado toda su energía hacia el periodismo deportivo.

Su entusiasmo por los deportes era innato. Pronto recibió ofertas de varias emisoras de todo el país, sin embargo, prefirió permanecer en Bedford porque era su ciudad natal y aceptó la oferta de la filial de una emisora de Los Ángeles.

Pronto su caché subió y su espacio temporal se convirtió en permanente. John Álvarez, el hombre a quien había estado sustituyendo, se vio relegado a la franja matinal.

Dulce daba crédito de que John no le guardaba rencor. Christopher veía que hombres de todas las edades merodeaban alrededor de Dulce intentando ganarse su aceptación. Aquello, y el hecho de que estuviera saliendo con un cliente suyo, le habían hecho mantenerse al margen.

Pero se dio cuenta de que su reticencia fue lo que la atrajo desde el primer momento. En su opinión, aquella mujer coqueta y descarada no quería dejar ni un solo hombre sin conquistar.

Christopher lo admitió ante Christian, pero no ante ella. Dulce le había robado el corazón y era muy difícil mantener sus sentimientos ocultos.

Conquistarla no había sido nada fácil. A él le gustaba pensar que eran como la unión de dos fuerzas de la naturaleza. No había otra explicación. Ninguna mujer había irrumpido con semejante fuerza en su vida.
No de la manera que quería a Dulce.
Desde el principio, Dulce había puesto su vida patas arriba.

Y ahora, hacía tan sólo unos minutos, había creído que las aguas en las que ella siempre se había movido como una sirena, se la habían llevado para siempre.

-No te acuerdas de mí -le dijo, asombrado por el comentario de ella.

«¿Y si era verdad?», resonó una voz en su cabeza. ¿Y si por alguna extraña razón no era capaz de recordarle?

Dulce exhaló precipitadamente.

¿Qué estaba pasando allí? No podía recordar cómo había llegado hasta cubierta ni tampoco al barco de Christian.

Intentó repasar mentalmente para saber qué era lo último que podía recordar claramente. Todo parecía turbio en su mente.

El pánico le hizo presa de la impaciencia.

-No, no te recuerdo. ¿Por qué te mentiría?

-Porque se te da muy bien. No mentir, sino ser testaruda y jugar malas pasadas. Pero esto no tiene ninguna gracia, Dulce.

Esposos y Otros Desconocidos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora