Capítulo 63

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Pero no llegó a las cinco. A las cinco y media, Ucker entró en la casa a una velocidad frenética. No había nada que odiara más que llegar tarde y más aún cuando él no era el culpable.

Fue entonces cuando vio a Dulce a los pies de la escalera. Se paró en seco.

Dulce llevaba un vestido largo de color negro con un tejido transparente que se ceñía a su cuerpo como una segunda piel.

-¡Dios! Creo que voy a tener celos de ese trozo de tela.

Mientras sus ojos deambulaban por el cuerpo de Dulce, ella sintió cómo la impaciencia y el enojo incrementaban con el paso de los minutos. Trató de contenerse, pero no pudo.

-¿Dónde estabas? -le preguntó-. Estaba a punto de marcharme.

La gala en Luigi's. Su mente se puso en marcha. Ucker empezó a subir rápidamente las escaleras.

-Tres minutos -le dijo, quitándose la camisa por el camino, subiendo los peldaños de la escalera de dos en dos-. Sólo necesito tres minutos.

Dulce lo siguió.

-Debí haberme marchado hace diez minutos -le oyó abrir el armario de su habitación.

Su ropa estaba colgada en la parte derecha del armario de su dormitorio. Aunque no pudiera recordarlo y le irritara, ésa era una de las cosas a las que se había acostumbrado.

-Por cierto, ¿dónde es la gala? -le preguntó.

Dulce entró en el dormitorio justo a tiempo para verlo descalzarse y quitarse los vaqueros. No llevaba calcetines y parecía preferir los slips.

Maldita sea.

-¿Dulce? -le preguntó, mirando en su dirección cuando vio que ella no le respondía.

Fue entonces cuando ella descubrió algo. Descubrió que era muy difícil contestar cuando se tiene la boca seca.

La ropa que Ucker utilizaba a diario no era precisamente holgada, pero no tenía ni idea de que tuviera un cuerpo que haría que las estudiantes de Bellas Artes y cualquier mujer con menos de noventa años llorara de alegría.

Esposos y Otros Desconocidos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora