Capítulo 16

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¿Cuántas veces en el transcurso de los últimos dieciocho meses y debido a sus peleas, había deseado no haberla conocido nunca?

Aquella mujer sabía cómo volverlo loco, pero, aún así...

Aún así, sabía que su vida antes de conocer a Dulce no había sido más que una banal existencia marcada por proyectos profesionales de los que se sentía verdaderamente orgulloso y relaciones esporádicas con mujeres que no le llenaban.

Hasta conocer a Dulce, no sabía exactamente qué había estado anhelando.

Después de que Dulce entrara en su vida como una apasionada tormenta, supo que lo que había estado echando en falta eran el color, la vitalidad y el entusiasmo que le hacía vivir cada día como una nueva aventura.

Así es como era vivir con Dul, una constante aventura. Algunas veces buena, otras mala, pero siempre estimulante.

De ninguna manera iba a dejar que eso se acabara. De ninguna manera iba a dejar a Dulce.

«Muy bien», pensó. Aquélla iba a ser otra de sus muchas aventuras. Quizá un poco extraña, pero podía decirse que la vida con Dulce tampoco era nunca del todo normal.

Mientras pudiera ver la luz al final del túnel y mientras siguiera diciéndose a sí mismo que había luz aunque él no la viera, podría seguir hacia delante.

-El doctor ha dicho que Dulce puede irse a casa -dijo Ucker en voz alta.

Poncho asintió.

-Entonces, vayamos a recoger a nuestra chica -dijo él.

Ucker estuvo de acuerdo.

Agradecía el apoyo de sus cuñados. No estaba solo. Esa era una de las ventajas de haberse casado con Dulce.

Acompañado por Poncho y Chris, Ucker entró en la consulta preparado para retomar la pelea.

Dulce le había llamado mentiroso justo antes de que la enfermera corriera la cortina para que pudiera ponerse una bata.

Las palabras se derretían en su lengua y en su cabeza al mirar a la mujer que ya no le reconocía como su marido. Él no recordaba jamás haber visto a Dulce tan frágil, tan vulnerable como lo estaba ahora tumbada en aquella cama. Pero a la vez parecía tan a la defensiva...

Probablemente estaría asustada. En su lugar, ¿quién no lo estaría? Parte de su memoria había sido abducida. Eso le habría inquietado a cualquiera. Aunque ella fuera extrovertida, Dulce nunca había sido una persona muy confiada.
Eso era justamente lo que la hacía sospechar tanto de él. Y a juzgar por su mirada, aún lo hacía.
Iba a necesitar mucha paciencia, pero el premio merecía la pena. No tenía ninguna intención de dejarlo escapar.

-El doctor ha dicho que ya puedes marcharte a casa -le dijo Ucker.

Esposos y Otros Desconocidos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora