Capítulo 52

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A medida que se acercaba a casa, vio que no había luces encendidas. Aunque era verano y fueran las seis de la tarde, el interior de la casa tendía a estar oscuro.

Le invadió una sensación de inquietud al examinar el exterior del edificio tratando de ver cualquier señal que indicara que ella estaba en casa. Hoy era el día en que ella llegaba temprano a casa. Otra persona se encargaba de cubrir el espacio de deportes en su lugar.

Su coche no estaba allí. ¿Habría salido a algún sitio y habría decidido marcharse de repente? Si se trataba de lo último, ¿dónde podría ir a buscarla? No tenía ni idea de por dónde empezar.

El silencio que le dio la bienvenida al entrar en la casa era inquietante. Ucker cerró la puerta tras él, sintiéndose como si acabara de sellar una tumba.

Se suponía que debía estar allí. Se suponía que iban a pasar la noche juntos. El cortejo estaba yendo increíblemente lento. Había estado intentándolo durante más de una semana y, cuanto más tiempo pasaran juntos, más oportunidades tenía de que lo recordara y volviera a amarlo.

Sediento y enojado, se dirigió hacia la cocina para beber un vaso de agua. Entonces fue cuando la vio. Había dejado una nota pegada con un imán en la nevera.

C

hristopher.
Olvidé que tenía que asistir a un partido de Los Ángeles esta noche. Gayle.

Eso era todo. Sin un saludo ni el pequeño corazón al final de la nota con el que ella siempre solía firmar las notas que le dejaba.

Nada.

Suponía que al menos debía estar contento porque le hubiera dicho dónde estaba. Pero el caso era que no se sentía nada feliz.

Ucker estrujó la nota y la lanzó contra el cubo de la basura. Falló el tiro y la nota cayó en el suelo.

Maldiciendo, fue a recogerla.

Decir todas aquellas palabras no le hacía sentir mejor. Echó la nota al cubo de la basura. Maldita sea, ¿qué estaba haciendo? Tenía que centrarse e ir directamente hacía su objetivo. Tenía que conquistarla de nuevo.

Aunque se le ocurrían mejores formas de pasar la tarde que ver a un grupo de hombres corriendo detrás de una pelota, iba a ir al partido. Iba a hacerlo porque allí era donde Dulce estaba.

Todo lo que tenía que averiguar era dónde tenía lugar el partido. El periódico aún estaba en la encimera de la cocina y estaba doblado justo por la sección de deportes.

Ucker sonrió.

Aparentemente, sus hábitos no habían cambiado. Al menos no los que no tenían nada que ver con él. Empezó a ojear la sección de deportes.

Esposos y Otros Desconocidos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora