Esposos y Otros Desconocidos.

Capítulo 11

Sacando fuerzas de flaqueza, logró ponerse de nuevo en pie y llegar hasta donde estaba Alfonso.

Miró hacia atrás al que decían era su marido.

Él había sacado un teléfono móvil de algún lugar. Sospechó inmediatamente. No se fiaba nada de aquel tipo.

-¿A quién llamas? -le preguntó ella.

-Al doctor Jack Duarte. Es neurocirujano en el hospital de Blair.

Sin darse cuenta se acercó aún más a Alfonso.

-No permitiré que nadie me opere.

Una vez hubo terminado, Christopher cerró su teléfono móvil. Era consciente de que ahora sus dos hermanos estaban tan preocupados como él.

-No se trata de una operación -le dijo mientras se acercaba a ella y veía cómo Dulce se estremecía. Ella no parecía consciente de ello, pero su involuntaria acción le estaba consumiendo-. Es el mejor en su especialidad.

Sus miradas se encontraron.

Christopher pudo ver en sus ojos la furia que le era familiar y que, en cierta manera, le daba algo de esperanza.

- Y quizá también sea un amigo dispuesto a seguir con esta broma si es que le han convencido para ello -respondió ella.

Christopher pensó que su sentido de la paranoia aún permanecía intacto. Durante su noviazgo y su matrimonio, Dulce siempre había estado dispuesta al contraataque.

Discutían mucho, pero siempre hacían las paces en la cama. Dios, él nunca habría imaginado lo feliz que podía llegar a ser hasta conocer a Dulce.

Sintió que un escalofrío le recorría la espalda. Se las apañaría lo mejor posible para intentar ignorarlo. Dulce iba a ponerse bien.

-Estaremos allí contigo -le dijo Alfonso para reconfortarla.

Dulce se giró para mirarle y él pudo ver el temor en sus ojos.

Christopher también lo vio, pero intentó ignorar la angustia que sentía en el estómago.

Como a Guillermo, Christopher había conocido al doctor Duarte por haber hecho la reforma de su casa después de que el cirujano se hubiera casado. La boda había aparecido en las crónicas de sociedad y en la sección de negocios, ya que la novia, junto con su hermano, era la responsable de una prestigiosa firma de moda.

Christopher vio cómo el doctor se acercaba a ellos con el ceño fruncido. Habían estado esperándole en la sala de espera tratando de convencerse los unos a los otros de que no se trataba más que de una broma que no iba a ninguna parte.